El pleno del Ayuntamiento de Zaragoza aprobará mañana el Plan Municipal para una Ciudadanía Diversa e Intercultural 2019-2022, una iniciativa por la integración y la diversidad en la que han colaborado los grupos municipales y diversas áreas del consistorio a través de la Casa de la Cultura.

Según informa el Consistorio zaragoza, el documento está conformado por cuatro ejes, quince retos y treinta y cuatro objetivos, con el fin de facilitar la incorporación de las personas recién llegadas a la ciudad y avanzar en "la construcción de una ciudad que se reconozca como diversa".

En 2017, a solicitud de la Plataforma Ciudadana Contra el Racismo, la corporación se comprometió a esbozar un nuevo plan para la interculturalidad, que se ratificó en un acuerdo plenario del 5 de diciembre de ese mismo año.

Tras los distintos pasos dados, un grupo motor formado por representantes de la Plataforma Ciudadana Contra el Racismo, la Junta Gestora de la Casa de las Culturas y otros técnicos municipales ha dado homogeneidad y coherencia al trabajo conjunto y a las aportaciones.

La defensa de los derechos humanos, el reconocimiento de la diversidad, el derecho a la ciudad que se hace realidad por medio de la participación plena, y la acción municipal global son los principios inspiradores de este plan.

Para ello, se plantea la necesidad de fortalecer los programas de acogida en la Casa de las Culturas, de establecer iniciativas transversales en materia de diversidad cultural, de impulsar políticas de empleo inclusivas y de potenciar un ayuntamiento que defienda la diversidad cultural.

También se propone denunciar y eliminar los discursos de odio, potenciar la educación en diversidad, propiciar el acceso a recursos a las víctimas de odio, fomentar la participación del tejido asociativo creando espacios de convivencia intercultural.

Según el padrón municipal, en enero de 2019 en Zaragoza había 706.904 habitantes, de los cuales 100.837 (un 14,3 %) son población extranjera.

De procedencia europea son un 46 %, mientras que un 26,4 % son originarios de América y un 19,9% ha llegado desde África.

Por países de procedencia Rumanía, con el 34 % de la población extranjera de la ciudad, se sitúa con mucha diferencia como país de origen de un mayor número de personas inmigrantes, seguido de Nicaragua y Marruecos, con un 7 % cada uno; de China con un 5 %, y Colombia y Ecuador, con un 4 % ambos.

La estructura por edades ofrece un perfil notablemente diferenciado, con un tramo central entre los 16 y los 64 años donde se ubica el grueso de la población inmigrante, con un 80,9 % del total, que en el caso de la población autóctona se queda en el 62,1 %.

En el caso de las personas de más edad resulta aún más notoria la diferencia ya que mientras en la población autóctona constituyen el 22,9% del total, en la de origen extranjero se sitúa tan solo en 2,3%.

En cuanto a índices laborales, resalta en primer lugar el hecho de que la tasa de actividad es considerablemente más elevada entre la población extranjera.

Así, en torno al 80 % de los inmigrantes en edad de trabajar están ocupados o buscando empleo frente a un 56 % de la población española.

Sin embargo, a lo largo de todo el período analizado la tasa de paro presenta cifras más elevadas entre la población extranjera.

En 2017 la población extranjera sigue presentando una tasa de paro que supera en 11,8 puntos a la registrada por la población autóctona.

En cuanto a las retribuciones percibidas, la población extranjera percibe un sueldo que apenas alcanza dos tercios del correspondiente al recibido por los trabajadores de origen español.

El factor género añade, además, una doble brecha salarial para las mujeres inmigrantes, cuyas retribuciones todavía más bajas que las de la población extranjera masculina.

El documento señala, por otra parte, que la minoría étnica más representativa en la ciudad es la gitana, cuya población en Aragón se sitúa en torno a las 14.000 personas, algo más del 1 % del total de la población de la Comunidad.

Advierte, además, que la crisis económica ha incidido de manera mucho más fuerte entre las personas gitanas que en la población general.

Así, la tasa de paro supera en 15 puntos la del conjunto de la población aragonesa, la temporalidad duplica la existente y el trabajo a tiempo parcial la triplica.