Monasterio de Veruela volvía a ser ayer por la mañana la calle tranquila que siempre ha sido. La irrupción de efectivos especiales de la Guardia Civil el miércoles a mediodía no dejó ninguna huella visible en esta corta vía entre Compromiso de Caspe y Batalla de Lepanto, en el barrio zaragozano de Las Fuentes. Fue una cosa vista y no vista. Pero la operación policial en busca de un depósito de armas se grabó en la memoria de los residentes. Y la acción relámpago que perturbó la habitual paz cotidiana estaba ayer en todas las conversaciones.

«La verdad es que fue impresionante, habría entre 30 y 40 guardias civiles armados y encapuchados», explicó Alfredo Espinosa, que regenta Laboral Escón, una tienda de ropa de trabajo y equipos de protección individual. «Llegaron de repente dos grandes furgones y empezaron a salir agentes», manifestó.

El objetivo del dispositivo era el piso donde vive la madre de Iván L., un hombre de 35 años que escondía un impresionante arsenal en una finca de Garrapinillos y que fue detenido el pasado mes de junio en una intervención en la que la Benemérita se incautó de grandes cantidades de armas, munición y explosivos.

Ayer, el resultado quizá fuera menos vistoso, pero algunos residentes aseguran que vieron que, al bajar de la vivienda, los miembros de las fuerzas especiales llevaban varios bultos, unas bolsas cuyo contenido no distinguían.

Curiosamente, pocos de los inquilinos del inmueble donde la Guardia Civil entró en tromba se enteraron de lo que estaba pasando, y eso que tiene cuatro plantas y 16 pisos. Muchos de ellos no se hallaban en casa cuando ocurrieron los hechos. Se encontraban trabajando o habían salido a comprar. Y algunos de los que sí estaban, como la jubilada Victoria Orós, corrió los cerrojos de la puerta.

«Yo había bajado a dejar la basura y cuando llegué al patio me asusté porque vi un montón de guardias civiles con la cara tapada», explicó esta vecina. «Volví a subir al piso, me encerré y ya ni me asomé a la ventana», relató esta mujer.

Ángela, otra pensionista, dijo que no se enteró. «Este es un bloque en el que siempre estamos los mismos, sobre todo gente mayor, y en 30 años que llevó aquí no había pasado nada», añadió. De hecho, salvo algún que otro estudiante o trabajador, el 4 de la calle Monasterio de Veruela es un antiguo bloque habitado por gente de edad avanzada que lleva allí toda la vida. Además, muchas de estas personas viven solas.

«Yo, cuando vi ese despliegue de agentes con cascos y escudos y un vehículo con perros, pensé que pasaba algo grave», señaló Bienvenido, que vive en otro edificio de la calle. «Creí que era una operación de drogas o antiterrorista, algo así», comentó.

En cualquier caso, la vivienda objeto del registro estaba ayer en silencio. No se apreciaban movimientos tras la puerta, en la que alguien ha pegado una pegatina de la bandera de España.