Las procesiones no recorrerán Zaragoza durante la próxima Semana Santa. La decisión, que se intuía desde hace tiempo, se dio a conocer el sábado a última hora, y aunque era esperado, la anulación de los actos que rememoran la pasión de Cristo antes de morir ha sido la puntilla para muchos hosteleros.

La Semana Santa tiene un impacto económico de unos 20 millones de euros en la capital aragonesa. Una cuantía que ya no ingresarán los hoteles y restaurantes, principales beneficiarios de esta celebración, que es la segunda más esperada después de las fiestas del Pilar. Ahora, desde Federación de Empresarios de Hostelería de Zaragoza, Horeca, piden a las instituciones más ayudas para los pequeños empresarios del sector. «Los hoteles registran caídas en ocipaciones de un 60% para este mes», dicen en una nota que hicieron pública este pasado fin de semana. Así mismo, piden también que el Gobierno central ingrese 400 millones en líneas ICO para el sector de la hostelería, aunque ven positiva la facilitación de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).

Yendo a casos concretos, las difras se demuestran ciertas. En el hotel Catalonia, situada en la plaza del Justicia (epicentro de la Semana Santa zaragozana), tenían completo para el Jueves Santo y el Viernes Santo. «El 25% ya ha cancelado, y esperamos que esa cifra siga aumentando. La mayoría son gente de Zaragoza que reserva año tras año y nuestra esperanza ahora es que, una vez acabe el confinamiento, haya alguna reserva de turistas de fuera del país», comentan desde el hotel.

En la calle Don Jaime, el restaurante La Flor de Lis abrió hace tan solo una semana. Su chef, Rubén Martín, explica que ha sido un golpe «emocional» para su equipo. «La pérdida económica es muy importante y que no haya Semana Santa igual, pero como decimos siempre: España es un país de bares. Esperamos que cuando todo esto pase la gente se eche a la calle y podamos recuperar algo de lo perdido», dice.

En el Bajo Aragón, por otra parte, todavía no se ha tomado la decisión de cancelar los actos de la Semana Santa, ya que es competencia de cada uno de los pueblos. Fuentes consultadas dicen que será hoy o mañana cuando se determine, aunque todo apunta a que se cancelará. El presidente de la Ruta del Tambor y el Bombo, Fernando Galve, cuenta que «si hay salud habrá más años, pero ahora la salud es lo primero». «Es una pérdida grande, porque se llena todo. Pero la imaginación de los vecinos de aquí es muy grande. Todos tenemos un tambor o un bombo y ganas de tocar. Ya se verá», concluye. En las redes sociales ya se está extendiendo una petición para realizar la rompida de la hora desde los balcones de los pueblos del Bajo Aragón.

Imagen del Archivo Municipal de Zaragoza de la Semana Santa décadas atrás.

Hay que remontarse a la guerra civil española para testimoniar la suspensión de la Semana Santa en Aragón de forma completa. Desde aquel momento, las procesiones o la Rompida de la Hora se han mantenido en el tiempo, salvo los años que la lluvia ponían en peligro el patrimonio artístico o la piel de los tambores y bombos. El más reciente que se recuerda fue el 2013 cuando se suspendió, por ejemplo, el Santo Entierro de Barbastro, que el año pasado cumplió 400 años.

Antes de que llegara la guerra civil en la que se suprimieron las procesiones, en buena parte por la quema de imágenes e instrumentos, también hubo cancelaciones. En Zaragoza, donde la Semana Santa está declarada de Interés Turístico Internacional, se suprimió en los años 1932, 1933 y 1934 debido a la tensión política en aquel momento. Se sumó en 1935 el incendio producido en el almacén donde se almacenaban los pasos, que destruyó el paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén realizado por Palao, y la huelga de terceroles. Pero todo esto no hizo más que aumentar el fervor religioso, ya que se reunieron unas 400 personas para ir en procesión ese mismo año y se constituyó el origen de la Semana Santa moderna.