Si hay una pregunta que se repite entre los forasteros el 27 de agosto en Tarazona es "¿Y quién quiere ser Cipotegato?". Este histórico personaje sale a las doce del mediodía a una plaza repleta de gente que le lanza tomates a discreción. La persona que lo encarna firma antes un seguro de vida con el consistorio. No parece una aventura muy atractiva. Sin embargo, y aunque sorprenda, son muchos los vecinos de Tarazona que quieren encarnar este personaje. Tanto es así, que cada año desde 1988, el consistorio realiza un sorteo entre todos aquellos voluntarios que quieren ser Cipotegato.

Este año el sorteo será el 26 de junio y, de momento ya se han inscrito más de 60 jóvenes aunque, como en años anteriores, se espera que al final haya más de cien voluntarios. Sólo hay que cumplir dos condiciones: ser de Tarazona y mayor de 18 años. Son pocos los mayores de cuarenta años que se presentan al sorteo, como dicen "por dignidad"; aunque se retiren sin haber cumplido su sueño.

16 años de sorteo

Tras 16 años de sorteo, algunos turiasonenses ya han tenido que dejar su empeño. No es el caso del que será Cipotegato del 2004. Lleva años presentándose y por fin ha alcanzado su sueño. Por eso desde que salió elegido el año pasado se prepara físicamente para aguantar la carrera y los tomatazos.

El día 26 todos los voluntarios tendrán un número y podrán asistir al sorteo que se celebrará en el salón de plenos. El elegido será el Cipotegato del 2005 y suplente de este año. La tradición marca que su nombre se mantenga en secreto y, por lo tanto, contiene su alegría y notifica su elección en el consistorio pasados unos días y de forma discreta.

Durante todo el año, son muchos los que esperan con inquietud a que el consistorio habrá el plazo de inscripción. Algunos incluso esperan cumplir la mayoría de edad para poder presentarse. De momento, Cipotegato sigue siendo un nombre masculino. Hasta ahora, sólo una mujer lo ha encarnado, Loreto Velilla, en 1993. Este año ya hay dos apuntadas, una de ellas hija de otro Cipotegato. Los lazos familiares y la suerte en el sorteo también unen a Gustavo y Manuel Murillo, hermanos y Cipotegatos 1999 y 2001.

Con esta cantera de Cipotegatos parece que la fiesta, declarada de Interés Turístico en Aragón, está asegurada. En tan sólo medio siglo, ser Cipotegato ha pasado de ser considerado algo humillante a ser todo un honor para la persona que lo ejercita. Lejos quedan los años en los que el ayuntamiento tenía que pagar a una persona para que la tradición siguiera. Ahora, todos los aspitantes reconocen que "ser Cipotegato significa ser parte de la historia de Tarazona".