Los versos de Gloria Fuertes protagonizaron ayer el carnaval infantil de Zaragoza. Y las canciones, las retahílas y esa especie de locura contra las normas que permiten los días previos a la Cuaresma. El vehículo más usado en la plaza del Pilar fue el carrito de bebé, seguido a poca distancia por los patinetes. La transgresión de los disfraces hasta se coló en el interior de la basílica.

Raspadegato cantaba desde el escenario a una niña con zapatos rotos que no tuvo muñecas en memoria de la poeta madrileña. Y la multitud que abarrotaba la plaza se dejó llevar por la fiesta que proponían. «¿A qué ha sido un concierto muy chulo?», le preguntaba una niña a su madre, las dos maquilladas con bigotes de gato.

La comparsa que recorrió la calle Alfonso parecía llegada de un mundo de máquinas de vapor y vestidos victorianos. Unas enormes catapultas lanzaban bolas de colores sobre los curiosos que abarrotaban las aceras. Los trajes de astronauta se mezclan con los disfraces de animales. En este caso la felpa era algo incómoda, pues el calor de esta primavera animó la velada.

Tortugas ninja, mucho Batman y alguna Wonder Woman para competir con el ubicuo disfraz de princesa. El carnaval de este año ha estado dedicado a los alimentos. El Ayuntamiento de Zaragoza, como organizador del acto, ha promovido en las últimas semanas el lema Comer es un placer que hay que conocer por los colegios de la ciudad. Así, los escolares han podido conocer qué es una dieta variada y por qué se come carne en esta fiesta.

«Buscamos transmitir a las nuevas generaciones el sentido transgresor de esta celebración» aseguran. Y este papel lo cumplió con creces el conde de Salchichón como portavoz de los personajes típicos. «Os invito a reíros de vosotros mismos, saboread la libertada de que hoy podéis ser lo que os de la gana, porque a lo mejor el resto del año no os van a dejar», dijo tras irrumpir en el escenario acompañado por la fanfarria de los Che y Moche. Los chavales se morían de risa entre miradas cómplices.

Mojiganga

Hicieron presencia el caballero de la Hornilla, los cándidos miembros de la mojiganga y el rey de los Gallos, con mucho kikirikí. Don Carnal y sus «doscientos kilos de tocino en la cintura» se enfrentó a doña Cuaresma, armada con un bacalao seco. Los consejos culinarios de esta «reina de la borraja» no tuvieron demasiado éxito.

Lo bueno del carnaval es que llevar la ropa al revés ya es un disfraz. Algunos padres colaboran con la caracterización de sus hijos con orejas de Minnie o con sombrero de mosquetero. Kumiko Fujimura, K de Kalle o Almozandía ofrecían sus espectáculos de animación en los extremos de la plaza, mientras Los titiriteros de Binéfar reclamaban la atención de los paseantes con su pasacalles medieval cantando en «gabacho», en catalán y en «el viejo idioma del reino de Aragón».

Estar sobre los hombros de un tío segundo es la mejor forma de ver las actuaciones. Y como bien pudo haber dicho Gloria Fuertes: «Que esto sea un no parar hasta que todo acabe».