Zaragoza ha tenido cronistas oficiales prácticamente de forma continua desde 1808, en plena Guerra de la Independencia, y solo ha tenido varios periodos interrumpidos por distintos conflictos bélicos o sociales. La tradición de que sea un personaje reconocido quien deje para la posteridad lo que sucede en la ciudad es algo que sucede también en otras siete localidades aragonesas. Estas son Malanquilla, Calatayud, La Almolda, Nonaspe, Tamarite de Litera, Teruel y Alfambra. Antes de Forcadell --al que fue imposible localizar ayer al estar fuera de Zaragoza ocupado en un curso--, fueron cronistas de Zaragoza durante el siglo XX Antonio Beltrán (1996-2006), José Blasco Ijazo durante gran parte del franquismo, Manuel Abizanda Broto --quien ejerció su labor en tiempos de la República-- y Ximenez de Embún (1915). Pero la tradición empezó con Agustín Alcaide, relator de los Sitios de 1808 y 1809. También fue cronista, en la segunda mitad del siglo XIX, Cosme Blasco y Val.