El largo periodo de confinamiento por el que ha pasado España puede derivar en un aumento, a largo plazo, del número de suicidios que se producen en nuestro país, que en el 2018 fue de 3.539, 120 de ellos en Aragón.

Así se expuso este jueves en Zaragoza, dentro de la jornada Hablemos de suicidio, organizada por la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón (AFDA), con motivo de la celebración del Día Mundial de Prevención del Suicidio. En el acto se presentó una guía que enumera los recursos existentes para atender al paciente y ayudarle, con el fin de evitar que consume el suicidio.

«La sociedad ha cambiado drásticamente durante la época del confinamiento y ha habido muchos proyectos personales que se han visto interrumpidos e incluso, a veces, no se han podido llevar a cabo», explicó la psiquiatra zaragozana Isabel Irigoyen, coordinadora de la Estrategia de Prevención del Suicidio en Aragón, lanzada por el Gobierno autonómico con el fin de brindar apoyo a las personas afectadas y a su círculo inmediato.

«Los efectos de la crisis económica en las carreras y en el trabajo no se ven de forma inmediata, pero a largo plazo se van a ver», indicó Irigoyen, que se refirió asimismo a las personas con patologías mentales, que se han visto relegados por el confinamiento «e incluso tenían miedo de ir a las consultas».

El resultado ha sido que el prolongado encierro ha incrementado el sufrimiento emocional de las personas, de toda la sociedad en general, y ha causado un perjuicio en la salud mental que no has trascendido, en el caso de Aragón, durante el mismo confinamiento, pero que se dejará sentir conforme pase el tiempo. Así lo muestra el efecto que tuvo el SARS en Hong Kong en el 2003. «El panorama no va a ser bueno», manifestó.

Irigoyen explicó además que en Aragón hay un suicidio cada tres días y que se producen 20 tentativas por cada muerte consumada.

«No hay datos ni estudios del impacto de la crisis del coronavirus en el número de suicidios, pero sí se sabe que en una situación de confinamiento es más difícil potenciar los factores de prevención», afirmó, por su parte, Samara Sáez, psicóloga sanitaria, que intervino asimismo en la jornada, celebrada en el centro Joaquín Roncal, dependiente de la CAI.

De ahí, continuó esta experta, que sea «muy importante» dar a conocer los recursos existentes para prestar ayuda tanto a la persona con ideación suicida como a sus supervivientes en el caso de que se consume el suicidio, dado que da lugar a «un sufrimiento intenso». Se trata, expuso, de recursos que van desde la familia a los profesionales de la sanidad y al salud mental y a las asociaciones de ayuda y las distintas instituciones.

Considerado hasta hace poco un tema tabú, ahora la Organización Mundial de la Salud (OMS) propugna abordar el problema de forma directa como forma de contribuir a su prevención, dando a conocer los medios de ayuda a disposición de los afectados, señaló el trabajador social Javier Mediel, coordinador de AFDA.

Mediel informó de que se han repartido 24.000 ejemplares de la guía para la prevención del suicidio, solo en Aragón. «Su objetivo es comprender mejor la realidad del problema», añadió. E hizo referencia a que en 75 de cada 100 casos de tentativa de suicidio se dan reincidencias. El coordinador de AFDA señaló asimismo que su asociación trabaja también en mejorar la formación sobre atención a suicidios entre el personal sanitario y en el de emergencias, desde bomberos a miembros de las fuerzas de seguridad.

Diez muertes autoinfligidas al día, una cada dos horas y media

España registra 10 suicidios al día, uno cada dos horas y media, según las últimas estadísticas. Sin embargo. hasta finales del 2021 no habrá estadísticas concluyentes sobre si la pandemia ha provocado un aumento del número de suicidios tanto en la población en general como en los sanitarios, debido al estrés al que se están viendo sometidos, pero además de la percepción de los psiquiatras algunos datos ya son indicadores del incremento.

Por ejemplo, en La Rioja hasta finales de agosto se han producido 19 suicidios, solo uno menos que en todo el 2019. Y, de confirmarse el aumento, se rompería la tendencia a la baja registrada en el 2018 cuando 3.539 personas se quitaron la vida, 140 menos que el año anterior.

De hecho, los primeros estudios publicados sobre la salud mental tras la llegada del covid señalan que han aumentado entre un 15% y un 20% los problemas para dormir, el miedo, la incertidumbre y la ansiedad, «síntomas que podrían convertirse en una depresión o en un intento de suicidio», según alertó ayer Celso Arango, presidente de la Asociación Española de Psiquiatría y profesional sanitario del hospital madrileño Gregorio Marañón, en unas jornadas organizadas por la oenegé La Barandilla con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que se celebra hoy.

«El covid y las tendencias suicidas son la tormenta perfecta», avisó Arango, porque la pandemia y la crisis económica derivada provocan temor y preocupación en la sociedad en su conjunto, pero sobre todo en las personas contagiadas y en sus familias, en los profesionales sanitarios, en las personas con problemas mentales previos o que viven situaciones más duras que el resto.

Por todo ello, se está produciendo una silenciosa «ola de trastornos mentales» en unas circunstancias adversas puesto que los recursos sanitarios están volcados en el covid y se «están desatendiendo» otras dolencias o secuelas derivadas de la llegada virus.

Arango puso como ejemplo que los médicos de atención primaria, a los que acuden el 40% de las personas con ideas suicidas aunque no revelen sus intenciones, están ahora desbordados con el incremento de los contagiados, con lo que si antes de la crisis sanitaria la prevención del suicidio ya adolecía de muchas carencias, ahora mucho más. Además, la distancia social no ayuda a las personas con trastornos a pedir ayuda ni a su entorno a detectarlos.

En este contexto, la unidad de salud mental de Gregorio Marañón tuvo conocimiento del suicidio de varios adolescentes durante el confinamiento y en estos momentos está a rebosar. Y ratifica esta situación María Presa, psiquiatra responsable de salud mental del Gómez Ulla, quien ha detectado un «crecimiento exponencial» de los intentos de suicidio que llegan a su unidad.