La torre de Navardún no tuvo un papel predominante en ninguna batalla. Siempre fue un confortable palacio. Por eso sus sistemas defensivos no se desarrollaron como en otros lugares. Pese a todo, no merecía el expolio al que fue sometida en sus años de abandono. Las nobles piedras de la puerta desaparecieron quedando únicamente un amplio hueco.

En todo caso, en tiempos, la torre también poseía, en el muro oeste, una poterna o puerta adintelada con modillones redondeados, que permitía ingresar directamente en el espacio destinado a la defensa. Esta clase de puertas se situaba en sitios escondidos o discretos y en alto, lo que hacía precisa la colocación de una escalera, que se retiraba en caso de peligro.