Cómo pueden el PP y el PAR criticar por especulativa la nueva versión de la operación Romareda , si en su momento ellos pretendían desalojar el solar del campo de fútbol para levantar en él casi mil pisos libres? Sin embargo, ¿cómo podrán el PSOE y CHA plantear desde el Ayuntamiento de Zaragoza una alternativa urbanística razonable, si deben financiar cada uno de sus proyectos con dinero obtenido recalificando, permutando o vendiendo suelo? ¿Cómo es capaz el PP aragonés de criticar el resultado de la entrevista Zapatero-Iglesias, si al tiempo su jefe de filas, Mariano Rajoy, no para de promover el trasvase del Ebro? Pero, a su vez, ¿cómo podrá el PSOE ofrecer a Aragón un nuevo tipo de compromiso y trato desde el Gobierno central, si parte de intenciones y criterios similares a los que en su momento manejó el PP?

El debate político en Aragón-Zaragoza anda embotellado y sin salida por la incapacidad de todas (o casi todas las partes) para mantener posiciones coherentes. Populares , socialistas, nacional-regionalistas de una y otra banda, así como todas sus correspondientes correas de transmisión, van y vienen con discursos contradictorios, que mudan los argumentos según gobiernen o hayan pasado a la oposición, que pretenden criticar al oponente cuando éste hace lo mismo que han hecho ellos... Este círculo vicioso desautoriza por completo a los partidos y a sus dirigentes; les deja sin credibilidad.

Tal vez debamos admitir lo que dice la gente juiciosa: que Aragón por población y personalidad política nunca dejará de ser una comunidad de Segunda; que el Ayuntamiento de Zaragoza, arruinado, comido por el gasto corriente y abocado a una subida espectacular de impuestos y tasas, no tiene más alternativa que seguir vendiendo suelo para pagar estadios y comprar meandros (lo cual convierte definitivamente al Cartel Inmobiliario en dueño y señor de la ciudad)... En fin, que hemos de conformarnos y asumir tan estupendo desastre. Porque esto es un desastre... ¿O no?