"Un juego de rol, una gamberrada macabra, o incluso una secta satánica". Aunque todavía se desconoce cuál ha sido la causa, los vecinos de Vera de Moncayo no pueden salir de su asombro: 17 tumbas han sido destrozadas en el cementerio municipal. Los causantes intentaron quemar además al Santo Cristo de la capilla pero afortunadamente era de escayola y no prendió. "Si hubiera sido de madera podría haberse quemado toda la capilla", asegura la concejal de Vera, Carmina Pérez.

El pasado lunes, cuando la edil visitó el campo santo se quedó estupefacta. "Numerosas cruces esparcidas por el suelo, rotas incluso por varias partes, otras estaban dobladas o arrancadas de su tumba. Era una imagen desoladora", explica Carmina Pérez. Los hechos se produjeron al parecer el pasado fin de semana "seguramente el viernes o el sábado por la noche, porque a esas horas nadie pasa por la zona donde está situado", relata el concejal de Sanidad, José Gil.

En la localidad de Vera de Moncayo no había sucedido nunca nada similar, aunque los responsables municipales tampoco descartan que los autores sean de la zona. "Parece ser que fue más de uno, y que no utilizaron más herramientas que sus manos y sus piernas, a patada limpia", explica Gil. De hecho, algunas cruces de forja han quedado dobladas porque, al parecer, los culpables no pudieron partirlas como el resto. También se salvo el Cristo crucificado, a pesar de que le prendieron fuego al pie.

INCREDULIDAD "No podemos comprender que alguien haya hecho esto. Hace falta no tener escrúpulos para entrar por la noche a un cementerio a romper las cruces de la tumbas. No tienen respeto ni siquiera a los muertos", aseguró Carmina Pérez, que se encontraba el fin de semana como alcaldesa accidental. El equipo de gobierno ha decidido mantener cerrado el cementerio y hacer copias de las llaves para que cada interesado pueda disponer de una bajo su responsabilidad.

"A partir de ahora será más complicado acceder al cementerio porque habrá que saltar el muro", explicó José Gil. La situación del cementerio, a las afueras del pueblo, no permite un control directo del lugar. En cualquier caso, ambos ediles se mostraron esperanzados de "que el juego macabro haya acabado".

Ahora está pendiente la reparación de las cruces rotas. Uno de los familiares afectados ya ha subsanado el deterioro pero es posible que en algún caso no se conozca a ningún pariente, ya que algunas de las tumbas destrozadas pertenecen a los años 40. En estos casos será el consistorio el que arregle las sepulturas, para que el cementerio tenga un aspecto menos desolador.