La carrera espacial ha convertido al Moncayo en una montaña universal en toda la extensión de la palabra, que es infinita. La mítica montaña entre las provincias de Zaragoza y Soria, hito geográfico de Aragón, da nombre desde hace poco a una de las numerosas cuadrículas de 1,2 kilómetros de lado en que la NASA ha subdividido el cráter de Jezero, en Marte, para cartografiar lo más exactamente posible la zona de amartizaje y trabajo de la nave Perserverance, que anteayer se posó en la superficie del planeta rojo, dentro de una misión internacional en la toma parte España toma parte.

«A todas esas cuadrículas, 342 en total, les han dado nombres de parques y zonas naturales de la Tierra, pero es una denominación reciente», señala Alberto Solanes, responsable de la Agrupación Astronómica de Huesca.

Ha sido una grata sorpresa, afirma, pero lo cierto, explica, es que en Marte ya existen topónimos aragoneses, como un cráter de impacto llamado Chía en homenaje al pueblo oscense del mismo nombre en el valle de Benasque. «O los Montes Pirineos que hay en la Luna, y la Sotonera ubicada en Titán, el mayor satélite de Saturno», indica Solanes, que recalca que «lo más importante de todo es la importancia que tiene que España esté presente en la nueva aventura espacial».

«Cuando se transmitió la llegada se hizo en inglés, como siempre, y también en español por primera vez», comenta el miembro de la Agrupación Astronómica de Huesca.

No en vano nuestro país, continúa Solanes, ha creado la tecnología que incorpora Perseverance para medir el tiempo atmosférico de esa parte de Marte donde ha aterrizado el vehículo de exploración, que ha costado 2.200 millones de euros. No el tiempo actual, gélido, sino el que hizo en épocas remotas en el cráter Jezero, de algo menos de 50 kilómetros de diámetro, cuando era una laguna en la que desembocaba un río.

Al final, Timanfaya

«Esto es solo el comienzo», advierte Solanes. «Marte es todavía un misterio y habrá que estudiar si hay restos de vida microbiana, es decir, algún tipo de vida a partir del agua».

Al final, con todo, la nave Perseverance amartizó en un trozo de España en el planeta rojo llamado Timanfaya, al noreste del Moncayo, no muy lejos del representante orográfico aragonés ni de otra cuadrícula bautizada como Teide.

En resumidas cuentas, tres picos de España que tienen sus dobles en el espacio exterior, a 480 millones de kilómetros de la Tierra. Si bien el paisaje que muestran las fotografías dan la imagen de un lugar más bien llano y desangelado, con cráteres pequeños dentro de otros más grandes y elevaciones que más semejan montículos que poderosas cumbres terrestres.

Ahora, Perseverance, que tiene más de coche que de aeronave, se moverá por la superficie del cráter de Jezero en busca de muestras, una misión que en principio le llevará dos años, pero que se podría prolongar considerablemente. Es el disparo de salida en la carrera para la colonización del planeta, un proyecto que atrae a numerosos países, China entre ellos.