El cuerpo sin vida de Gladis M. G. lleva más de seis meses esperando poder descansar en paz. De 33 años y nacionalidad dominicana, Gladis fue arrollada el pasado mes de octubre por una furgoneta en Fuentes de Ebro (Zaragoza), a escasa distancia del club Centauro, donde trabajaba como camarera. La compañía de seguros del conductor que la atropelló no ha pagado los gastos del sepelio, y su familia carece de dinero para repatriarla, por lo que el cadáver aguarda el momento de la sepultura en el Instituto Anatómico Forense de la capital aragonesa.

"Es intolerable que Gladis lleve todo este tiempo sin ser enterrada, porque nadie, ni la compañía de seguros ni el Gobierno dominicano ha querido hacerse cargo de su inhumación", manifestó ayer el letrado Enrique Trebolle en el juicio que se celebró en el Juzgado de Instrucción número 6 de Zaragoza contra el conductor de la furgoneta, J. C. S., a quien acusa de una falta de imprudencia con resultado de muerte.

Trebolle, que pidió una indemnización de algo más de 200.000 euros y una multa de 180 euros, culpó durante la vista oral a la compañía de seguros de la empresa para la que trabajaba el acusado, Axa, de "no haber querido abonar, desde el inicio del procedimiento legal, los gastos de repatriación y de enterramiento de la víctima", que entonces cifraba en unos 7.000 euros. Gladis deja tres niños huérfanos que viven con su abuela en el país caribeño.

"La culpa fue exclusivamente de la víctima", argumentó por su parte el abogado del conductor de la furgoneta, Miguel Angel Castel, quien subrayó que la compañía de seguros a la que representa "no peca ni de arbitrariedad ni de falta de caridad por negarse.a pagar el enterramiento, sino que simplemente se ampara en sus derechos legales".

"POR EL CENTRO DE LA CALZADA" El atropello de Gladis se produjo en torno a las 05.00 horas del 10 de octubre del 2003. "La mujer iba andando por el centro de la carretera, hacia mí, en dirección a Zaragoza", declaró el acusado ante la juez Natividad Rapún. ""Frené todo lo que pude y traté de esquivarla por la izquierda, pero no pude".

J. C. S. declaró que "circularía a unos 90 por hora", pero el abogado de la víctima, apoyado en el informe de un perito, replicó que "iba a 117 por hora, un 67% más de lo permitido a una furgoneta, y un 30% más que un coche, en una carretera como la de Fuentes de Ebro".

"Gladis no tenía ningún motivo para quitarse la vida", declaró J. L. D., dueño del club El Centauro, quien aseguró que el cadáver de la camarera apareció "entre el arcén y la calzada". Este testigo negó que la dominicana, que presentaba 3 gramos de alcohol por litro de sangre, estuviera bebida.

El letrado defensor señaló, citando el contenido del atestado instruido por la Guardia Civil, que "la furgoneta circulaba a 85 por hora" y subrayó que, según el mismo informe, "la causa del atropello fue que la víctima andaba por la calzada de forma incorrecta e inapropiada".