La crisis sanitaria provocada por la pandemia de covid-19 está afectando a numerosos sectores. Uno de los más damnificados es la ganadería de reses bravas, que ve cómo se pone en riesgo a muchas explotaciones familiares. El mundo del toro engloba diversos ámbitos y la paralización de los festejos populares, cuya actividad se prolonga de marzo a octubre, supone para muchas empresas la principal fuente de sus ingresos.

La ganadería Hermanos Ozcoz, de Fuentes de Ebro, dedicada mayoritariamente a festejos populares como encierros, capeas y plazas al aire libre, da por perdido el primer trimestre de la temporada. «Al final de abril tendría 20 sesiones, he perdido ya 20.000 euros, pero de aquí a junio serán 60.000», explica Félix Ozcoz. Los festejos populares son el 80% de los ingresos de este tipo de explotaciones familiares, que parten desde el pasado mes de octubre de cero. De sus 430 cabezas de ganado, Ozcoz prevé tener que enviar al matadero a más de 100 animales, lo que supone un 30%.

Los hermanos Ozcoz posan en su finca de Fuentes de Ebro.

Esta situación crea además incertidumbre. Su esperanza se aferra a que puedan trabajar desde el mes de julio hasta octubre en festejos populares de poblaciones pequeñas, lo que permitiría tener ingresos y empezar a sustentar la ganadería. Pero si no trabajan en todo el año, se ven con la necesidad de recibir ayuda para poder alimentar a sus animales y mantener sus cuidados. El gasto por animal está en torno al euro diario y en su caso, asume un gasto mensual de 12.000 euros de manutención.

Además, su objetivo se extiende a que esas ayudas puedan establecer una perspectiva para el año que viene. «El escenario es complicado, si se mata mucho ganado, al año que viene no sabemos qué va a pasar, no habrá ganado para comprar o será muy alto», comenta. Esta tercera generación de la explotación es bien conocida por la comunidad y fuera de ella, y afirma estar seguro de que «Aragón va a echarnos una mano».

La ADS Bovino Extensivo reclama ayudas y la creación de una mesa de trabajo conjunta

En este sentido, la Agrupación Defensa Sanitaria (ADS) Bovino Extensivo de Zaragoza solicita al gobierno autonómico ayudas para hacer frente a la crisis y la creación de una mesa de trabajo con la comisión de asuntos taurinos, para tomar medidas y una determinación sobre la temporada, según explica su responsable Javier Marcuello. En Aragón hay un total de 55 ganaderías activas de reses bravas, las que están sufriendo una descapitalización severa. El valor de una vaca en matadero es residual, ya que vale entre 170 y 210 euros, cuando la compra está en torno a los 600 y 1.000 euros.

Criar un toro de lidia cuesta en torno a 5.000 euros y en el matadero se valora por 500 o 600, según palabras de Victorino Martín, presidente de la Fundación Toro de Lidia. A lo que se suma la irreparable pérdida de valor genético. Para Martín, la situación en las ganaderías es dramática y el futuro es muy incierto. «Cuando íbamos a empezar a facturar, se suspende todo y no sabemos cuándo vamos a comenzar, pero mientras, hay que seguir dando de comer a los animales y mantener a nuestros empleados. No hay ninguna empresa que pueda aguantar sin ingresos y con gastos». Este notorio ganadero añade que los toros es el segundo espectáculo de masas del país, y el que más impuestos culturales aporta, y asegura que «el sector seguirá vivo, pero habrá pérdidas irreparables».

Las explotaciones sufren una severa descapitalización y la pérdida de valor genético de la raza

Pablo Colomer dirige su ganadería en Calanda -unida a su empresa Ruedolé- y apela a la carga emocional que acarrean las circunstancias. «Son animales que has visto nacer, tienes ilusión de llevarlos a plaza y convives con ellos todo el día», comenta.

Jorge Colomer, hermano de Pablo, en su finca de Calanda.

La cancelación de los festejos afecta a todo el sector taurino. Carlos Sánchez, empresario de plazas, apoderado, y «único matador nacido en Teruel», según indica, lamenta que el gobierno no haga nada por ayudar al mundo del toro, del que «viven muchas profesiones». Sánchez también ha suspendido varios festejos hasta julio, tiene parado su taller de taxidermia y no le es posible trabajar en las direcciones de lidia.

Más de seis millones de euros de pérdidas en la comunidad

El volumen de pérdidas económicas en el sector taurino aragonés alcanza los 6 millones de euros. La crisis derivada de la pandemia de covid-19 provocaría una merma de esta cifra en cuanto a festejos taurinos populares. Mientras que en el sector ganadero se podrían superar los 2.400.000 euros.

La cifra aumentaría si se tienen en cuenta las principales ferias de la comunidad donde se dan en torno a 50 festejos mayores, según explica el equipo de prensa del torero aragonés Imanol Sánchez. «La crisis económica podría provocar una grave pérdida dentro del sector taurino si el gobierno obvia destinar, dentro de las medidas económicas extraordinarias de choque, una partida al sector taurino, o una salida paralela a este», denuncia.

La crisis ganadera dentro del sector provocaría la destrucción de más de 500 puestos de trabajo en las ganaderías. Sin embargo, «ganaderos, profesionales taurinos, empresarios, sanitarios, gestatorias y todos los que trabajan directamente en los festejos taurinos como desarrollo profesional, entran en una situación grave ante la imposibilidad de generar ingresos, al no haber ejercido su profesión desde octubre de 2019, y ante la incertidumbre de la temporada 2020 -que casi de seguro no se desarrollará-», detalla. A la desaparición de ganaderías, se suma que muchos profesionales sufrirían una situación económica crítica, al no recibir ayudas y no poder ejercer su profesión. Se verían afectados los profesionales taurinos, como toreros, banderilleros, picadores o directores de lidia, que se sitúan en más de 30. Además de otros profesionales como médicos, enfermeros, gestores y servicios de transporte sanitario.

Por otro lado, las circunstancias provocarían una pérdida genética en las 55 ganaderías de la comunidad, con más de 8.700 cabezas de ganado bravo. «La pérdida genética, de no poner remedio, sería de más del 60% de la cabaña brava aragonesa», apunta.