Si de algo no se pueden quejar los universitarios de la capital aragonesa es del patrimonio cultural y artístico de la Universidad de Zaragoza, y en especial, de sus bibliotecas. Las hay pequeñas y acogedoras, grandes y espaciosas, algunas modernas y muy luminosas con grandes cristaleras, y otras en las que reina un ambiente de penumbra y conservan la belleza de la decoración antigua.

Ayer se celebró el Día de las Bibliotecas y es por ello que la Universidad de Zaragoza elaboró el folleto Bibliotecas con encanto: Guía de espacios singulares de Zaragoza en la que aparecen aquellos archivos que merecen especial atención por su arquitectura -la Biblioteca General en el Paraninfo, la de humanidades María Moliner, la Jordán Asso de la Facultad de Economía y Empresa, y la recien inaugurada de la Facultad de Educación- en las que ayer se organizaron visitas programadas, aunque sin mucho éxito.

Todas ellas, además de contener una riqueza documental, destacan por estar situadas en edificios singulares, en unos casos por ser construcciones históricas y en otros, por haber sido galardonados con premios de gran prestigio.

ARMONÍA EN EL ESTUDIO

«Los alumnos buscan cierta armonía cuando van a estudiar», cuenta Ester Casanova, bibliotecaria de la María Moliner, «parece que este lugar te impulsa a trabajar y te hace sentir a gusto», asegura. Inaugurada en el año 2003 en honor a la ilustre filóloga y bibliotecaria zaragozana que lleva por nombre, recibió el premio de arquitectura Ricardo Magdalena.

En sus 5.000 metros cuadrados, distribuídos en cuatro plantas en las que poder perderse, los universitarios disponen de aulas para la formación, de un salón de actos y de una sala de exposiciones, también disponible para exhibir los trabajos de los propios alumnos. No faltan los lugares designados al trabajo individual, en total, casi 500 puestos de consulta y, cada vez en mayor medida, los destinados a las labores en grupo.

Y es que los espacios universitarios avanzan a la par que los nuevos sistemas de educación. «Modelos como el Plan Bolonia exigen el trabajo conjunto, por lo que las bibliotecas deben adaptarse a la docencia europea y asignar salas determinadas donde los estudiantes puedan reunirse», explica Ana Pons, directora de la Jordán de Asso, de la Facultad de Economía.

Este edificio, también galardonado con el trofeo Ricardo Magdalena, cuenta con los archivos de la Antigua Casa Fortea y de la Cámara Oficial de Compensación Bancaria de Zaragoza como parte de los fondos del Servicio de Documentación de Economía Aragonesa (Sedea).

Además de cambios en la distribución, las bibliotecas más jóvenes como la de la Facultad de Educación, que apenas tiene nueve meses de vida, incorpora nuevos aspectos relacionados con la era digital como es el incremento del número de enchufes.

En una superficie de 1.589 metros cuadrados en una sola planta, destaca el diseño de su sala de lectura, proyectada a tres niveles, en el que se ha habilitado un espacio para personas con discapacidad. «Además de mesas más altas, adaptadas para quienes vayan en silla de ruedas, contamos con un ordenador especial, con colores y de mayor tamaño, para facilitar el uso de personas con movilidad reducida, ciegas o sordas», manifiesta su directora Pilar Arbe, quien además resalta la colección histórica de la biblioteca que recoge obras pedagógicas antiguas procedentes del fondo de la Escuela Normal Seminario de Maestros, fundada en 1844, y de la Escuela de Maestras creada en 1856.

Un aspecto común a todos estos recientos es que han incrementado el uso del libro electrónico, lo que provoca que los préstamos en papel disminuyan. Aun así, en el año 2016 la biblioteca María Moliner realizó un total de 40.132 préstamos.

Por mucho que hoy en día podamos acceder casi a cualquier información a través de internet, cabe destacar el mérito de la Biblioteca General Universitaria del Paraninfo, en la que entre sus fondos se encuentran 405 incunables, 357 manuscritos y numerosas obras de incalculable valor, además de conservar el mobiliario original de 1893, año en el que fue instalada. Tras la última restauración del edificio en 2008, su bliblioteca se destina como espacio expositivo del fondo histórico del campus.