Aunque ha pasado un año desde que Julián Embid muriera a manos de la sinrazón de ETA, en su pueblo natal, Sabiñán, su presencia permanece hoy más viva que nunca. Ayer, los familiares y vecinos de la última víctima del grupo terrorista vasco le rindieron un merecido homenaje.

Que su recuerdo está presente se advierte en la memoria inquebrantable de sus paisanos, en la forma con que es evocado desde los corrillos de gente, en la emoción contenida que se deja sentir en cada rincón de sus calles. Una cercanía que ha cruzado incluso las paredes de los hogares para instalarse dentro. Una fotografía de su equipo de fútbol en el álbum de fotos, una camiseta con su imagen serigrafiada en el perchero, o un recuerdo de su boda que ha salido definitivamente del cajón de los olvidos para posarse sobre una librería, recuerdan su cariño certero.

PALABRAS EMOCIONADAS "Quiero daros las gracias a todos por venir y por no haberos olvidado de él". La hija de Julián Embid agradeció así, con este escueto pero emotivo mensaje, las muestras de cariño y apoyo que toda su familia ha recibido por los vecinos de Sabiñán desde aquel fatídico día del que ayer se cumplía el primer aniversario.

Una placa de cerámica "a la memoria de Julián Embid Luna, el Juli", ayudará a mantener su recuerdo vivo para la posteridad. El hijo predilecto de esta localidad cuenta desde ayer con un parque infantil con su nombre. "Esta placa, como reconocimiento por su labor, permitirá que pueda ser recordado por todos", explicó el alcalde del municipio, Ramón Gómez.

Antes, la familia de el Juli , acompañada por numerosos vecinos del municipio, volvió a recorrer el camino que realizó la multitudinaria comitiva fúnebre hace un año, para depositar ahora varias coronas de flores sobre el féretro de Julián Embid.

Después, una misa se encargó de elogiar las virtudes de aquel hombre de semblante serio y afable, que había conquistado los corazones de todo el pueblo, algo que nunca es fácil.

EL DIA FATIDICO La muerte les sorprendió a él y a su compañero de la Policía Nacional, Bonifacio Martín, en Sangüesa (Navarra), asesinados por la banda terrorista ETA, mientras tramitaban documentos nacionales de identidad.

Una placa "silenciosa", que desde ayer es el símbolo del espíritu de Sabiñán, se encargará de inmortalizar a esa persona, que predicó con la amistad y la bondad entre sus conocidos y cuyo asesinato, el último hasta el momento perpetrado por ETA, volvió a poner una vez más en evidencia la sinrazón y la barbarie del terrorismo.

Mientras sus familiares y amigos le brindaron ayer de nuevo con lágrimas y aplausos su cariño, un parque infantil mantendrá viva su memoria para que, generación tras generación, los más mayores puedan explicar a sus hijos, quién era Julián Embid Luna, al que llamaban el Juli .