Ha dado usted positivo en coronavirus esta semana, ¿cómo se encuentra?

Estoy bien. Algo de tos y cansancio, pero bien.

El aislamiento le obligó a votar anticipadamente el decreto de los remanentes y fueron el único grupo, con los comunes de Colau, que lo apoyaron. ¿Le sorprendió el resultado?

Nosotros habíamos estado negociando con el Ministerio de Hacienda, desde la semana pasada, y habían aceptado la propuesta de que el 60% del fondo, 3.000 millones, fuese a fondo perdido para los ayuntamientos. Nos dijeron que había apoyo para el acuerdo, pero no sé qué pasó esa noche (el miércoles) que al final lo echaron para atrás. Entendíamos que era un dinero necesario para los ayuntamientos más pequeños, y fue un poco chasco.

No se les oye mucho opinar de asuntos políticos o de actualidad aragoneses, pese a ser un partido de la comunidad. ¿Han llegado a algún tipo de acuerdo con el Gobierno de Lambán para no pisarse los callos?

No, es que no se nos quiere dejar participar. El ejemplo más claro fue la estrategia para la recuperación, que pedimos expresamente estar como primera fuerza política de Teruel en las últimas elecciones (generales) y entonces dijeron que era solo para los partidos de las Cortes, algo que no se había dicho antes y que contradecía el espíritu del pacto, abierto a agentes sociales. Se nos marginó. Pero en la política aragonesa sí participamos, trabajamos desde Madrid. También es cierto que nunca nos hemos considerado un actor político, sino un movimiento ciudadano, y eso influye a la hora de opinar de asuntos políticos.

¿Qué opina de la gestión del Gobierno aragonés, por ejemplo, en la residencia de Burbáguena, con una amenaza de denuncia que no se ha llegado a materializar?

Las residencias es un tema muy complejo, incluso antes de la pandemia, que les pilló sin estar preparadas porque nunca han sido instalaciones sanitarias. Ha habido muchas propuestas, pero depende de tantos factores juzgar si se ha hecho mal o bien... Es cierto que en unas circunstancias tan extremas, salvo que hubiese una infracción gravísima, que desconozco, no me parece oportuno amenazar con una denuncia.

Esta semana han confinado Andorra. ¿Le preocupa que la situación se agrave?

Las últimas noticias que teníamos ya eran de transmisión comunitaria y, por muy duro que parezca, hay que actuar con firmeza. Si no, se puede volver a desbocar y si la economía ha aguantado a duras penas, volver a un confinamiento sería desastroso.

También se ha certificado un nuevo retraso en las obras del hospital de Alcañiz. ¿Cómo lo valora?

Obviamente nos gustaría que se aceleraran todos, pero entiendo que son cuestiones administrativas. La sanidad es lo que ahora mismo interesa acelerar.

¿Mantiene contacto con las fuerzas políticas aragonesas y con el presidente Lambán?

Contactos tenemos con todos, o al menos no hemos roto relaciones con nadie (ríe). Antes de la pandemia estábamos haciendo ronda de partidos, que continuaremos. Nuestra idea es colaborar, sobre todo con formaciones minoritarias o colectivos que no tienen voz en el Congreso, para trasladarla. Hemos hecho algunas gestiones directas con el ministerio. Por ejemplo, conseguimos que no se cerrasen las oficinas del INSS en Montalbán o Daroca, que son más necesarias que nunca mantener para los trámites con la Seguridad Social. A Lambán lo vi un momento en el homenaje a las víctimas del covid-19, pero supongo que iremos hablando este otoño. Al fin y al cabo, nuestro pacto de investidura fue con el PSOE y todos queremos lo mismo, también para Aragón. El otro día nos reunimos con el ministro Ábalos y al día siguiente anunciaron la adjudicación del tramo El Burgo-Fuentes de la A-68, que no es de Teruel, pero lo sentimos como nuestro.

¿Le están reprochando al Gobierno en estas conversaciones la falta de concreción en la transición energética en Teruel?

Es de lo que más discrepancias nos genera. No se actúa con la rapidez y diligencia que se debería. Se ven las renovables como una panacea, cuando está demostrado que a la larga no mantienen empleo, y se viste como verde un modelo de explotación de recursos que destrozan el paisaje dejando poco en el territorio, muy del siglo XIX. El Gobierno está preocupado por la burbuja eólica, y me consta que están intentando evitar esta especulación. Pero lo llevan todo con un secretismo que no nos gusta, esperamos que concreten alguna instalación de empresas.

¿Qué destacarían de lo que han logrado hasta ahora en el Congreso?

El objetivo era estar en Madrid porque es el Estado el que se ha olvidado de los grandes déficits de Teruel y Aragón, y ahora España ha asumido que el desequilibrio territorial es un problema fundamental. Creemos, así nos lo dicen, que hemos sido importantes en eso. Reflejo de ello es la moción que presentamos sobre la despoblación, aprobada por unanimidad, salvo por un grupo, y los dictámenes aprobados por la comisión especial, con muchísimas enmiendas nuestras.

¿Ya se va pasando el efecto de su novedad en el Congreso?

Hubo que luchar algo contra el tópico de la boina y las gallinas, pero han visto que tenemos argumentos y posturas claras, y hemos puesto a Teruel en el mapa.