Ángeles Ferrer volvió ayer, como casi cada día, a hacer guardia frente a la clausurada sede de iDental, para protestar, aunque fuera simbólicamente, por el fraude que le ha costado 8.000 euros en tratamientos para ella y sus dos hijas y un contagio de hepatitis B que atribuye, sin ninguna duda a sus intervenciones en la clínica. Pero ayer, como decía, en lugar de protestar ante un edificio vacío, «sonó la flauta» y llegó la Policía y la comisión judicial para practicar un registro. «Que me dejen entrar y les diré dónde está todo, que me lo sé de memoria», contaba.

Ferrer se alegraba de que por fin parezca que la Justicia va a tomar cartas en el asunto, pero no dejaba de lamentar que se haya tardado tanto. «Esto lo sabía todo el mundo desde el 2015, yo me he hartado de ir al Gobierno de Aragón, a Madrid y hasta a la Casa Real, y nadie había hecho nada. Años diciéndonos que no pasaba nada, tratándonos de locos y pesados. Da mucha pena porque lo sabía todo el mundo y nadie hacía nada», explicaba, agradeciendo la ayuda que les ha prestado Actora Consumo. «Vamos a ir hasta a Bruselas», anunció.

En su caso, comenzó a notar las negligencias bien pronto, una vez abonados los 8.000 euros que, asegura, le costó su tratamiento y el de sus hijas. A ellas, «afortunadamente», casi no les habían hecho nada cuando se destapó el fraude. Pero a ella, además de «muchos dolores bucales», su paso por la clínica le ha costado una hepatitis B. «Menos mal que me había hecho análisis antes, y puedo demostrar que antes de venir aquí», decía, señalando a la sede, «no la tenía».

Precios y subvenciones

A Ferrer, como a muchos otros, le dio confianza el hecho de que le asegurasen que le podían ofrecer precios ventajosos por una subvención pública. «Si te dicen que está metido el Gobierno de Aragón, ¿cómo vas a desconfiar?», lamentaba.

Ella de las más fieles a la protesta, pero no es la única. Ayer también había acudido Julio Giménez, que no era un cliente prototipo porque, como decía, «al principio todo iba estupendamente. Yo no sé qué tengo que no me contagio de nada», presumía.

Pero eso sí, el arreglo dental que le costó 6.000 euros, y que aparentemente había funcionado, comenzó a fallar, como exhibía mostrando los dientes que se le habían ido cayendo. El último, ayer mismo, por la mañana, al mismo tiempo que la Policía accedía a la sede de iDental.