Quieren dejar claro que ellos no sustituyen a nadie, que no son profesores titulares y que tampoco quieren ocupar un primer plano. Sin embargo, sus ganas y su ‘conexión’ con las aulas siguen intactas. Sienten pasión por la enseñanza y, aún jubilados, hay 115 docentes que este año han participado en la Red de la Experiencia de Aragón con el fin de ofrecer su saber a los estudiantes y a los colegas de profesión en activo. También lo han hecho como colaboradores en los centros donde impartían clase.

Carlos Fernández, Conchita Pueyo, Leandro Marco o María José Faci son algunos de los profesores que este curso han vuelto a repetir esta actividad. Y se muestran convencidos de seguir en ella. «Estoy contento, es como si nunca me hubiera marchado», dice Fernández, que actúa como colaborador en el instituto Andalán de Zaragoza, donde ejerció allí como profesor de Inglés hasta hace dos años. «Estoy disponible para el centro y, en concreto, participo en actividades de aprendizaje cooperativo», apunta. Fernández, que señala que «la experiencia es un grado» y se siente «muy bien» de poder «echar una mano», también participa con el departamento de Lengua y Matemáticas del Andalán.

Conchita Pueyo, por su parte, ofrece su tiempo libre a contar cuentos. Esta maestra, que empezó su docencia en el medio rural de Teruel, concretamente ,en la comarca del Bajo Aragón, se jubiló hace un año y medio. Cuando supo de la iniciativa de Educación con los docentes retirados no se lo pensó. «Cuanto llevas tantos años con niños y niñas, enseñando, lo echas de menos. Esto es una forma de seguir en contacto con ellos y con los compañeros, y además puedo aportar mi granito de arena al colegio», dice Pueyo.

En su caso, su colaboración tiene lugar en el Jerónimo Zurita, pero también ha llevado su experiencia a centros como el Joaquín Costa. «Creo que contar cuentos es una manera de enseñar, de transmitir valores moldeados para cada edad. Es un rato divertido también, llevo marionetas y hago actividades que hacen que los chicos sean muy participativos», cuenta esta aragonesa.

En el caso de Leandro Marco, compañero de Carlos Fernández en el instituto Andalán, hace años que llevaba fraguando la idea de crear una red o un colectivo de profesores jubilados. «En el 2012, cuando nos retiramos unos cuantos, pensamos que el espíritu del Andalán debía continuar manteniendo amistades, el contacto y no perder esa forma de trabajo. Hicimos partícipe al barrio y montamos la Asociacíon Amigos del Andalán, que sigue funcionando», explica Marco.

Dinamización del aula

Él, que empezó como maestro en Mora de Rubielos (Teruel), desarrolló su docencia en la especialidad de pedagogía terapéutica y logopedia. Ha participado como docente colaborador en grupos cooperativos en las aulas del Andalán. «He sido dinamizador en actividades de lengua y matemáticas, pero en ningún momento sustituimos al profesor», dice. También ha acompaña con su experiencia en campamentos de inglés con estudiantes del centro en Tossa de Mar.

Para María José Faci es «una gozada» formar parte de la red de la experiencia. «Estoy muy contenta, me siento útil por el trabajo activo que hacemos y volver al aula, ver a antiguos alumnos, es algo muy bonito», explica. Fue profesora de Lengua y Literatura en Secundaria y terminó su carrera en el Miguel Catalán de Zaragoza tras pasar por Tarazona y La Seo de Urgel (Lérida).

Faci, que forma parte de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), participa en charlas y debates con alumnos sobre la muerte digna o el testamento vital. «Es un proyecto interesante. Se genera una conversación amena, donde cada estudiante te cuenta su experiencia. El fallecimiento de su abuela, de un familiar... Logramos que se hable de un tema tabú, se debata sobre ellos, y además logramos que se abran y se expliquen sobre algo tan natural», explica.