Varias familias de los 62 militares fallecidos a bordo del Yak-42 mostraron ayer sus sospechas de que en algunos ataúdes se mezclaron restos humanos con "piedras" y "tierra", porque de varios cadáveres se encontraron "mínimos" despojos. Una afirmación que, en caso de confirmarse una vez que se proceda a las exhumaciones de los 30 cuerpos mal identificados, agravaría los fallos del equipo médico español encargado de los reconocimientos, que fueron adelantados por este periódico a través de los resultados de ADN.

Algunos afectados señalaron a EL PERIODICO DE ARAGON que conocieron la noticia de manos de un oficial del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) durante la manifestación celebrada el pasado 13 de diciembre junto a la sede del Ministerio de Defensa en Madrid.

Según la versión dada por este miembro del CNI a los allegados, los médicos españoles desplazados a Trabzon (Turquía) tomaron esta decisión "porque había muchos cuerpos calcinados --en concreto, 30-- de los que se encontraron muy pocos restos y que pesaban muy poco, lo que podría haber levantado sospechas entre quienes llevaron a hombros los féretros", explicaron las fuentes consultadas.

Además, los familiares con los que contactó este diario hicieron especial hincapié en que si realmente se tomó esa decisión, "los antiguos representantes de Defensa ya no podrían escudarse más en que los errores en los reconocimientos no se cometieron de mala fe". Igualmente, estimaron que ésa podría ser una de las causas por las que se prohibió abrir los ataúdes a los afectados.

EXHUMACIONES A pesar de que el fiscal de la Audiencia Nacional Fernando Burgos ya ha solicitado a la juez Teresa Palacios que autorice las exhumaciones, los retrasos acumulados están provocando un hondo malestar en algunos allegados de las víctimas.

En concreto, entre las 30 familias que inhumarán los cuerpos figuran siete casos de fallecidos que fueron incinerados o enterrados en Zaragoza: Santiago Gracia, Joaquín E. Alvarez, Alberto Mustienes, Carlos Oriz, José M. Sencianes, José L. Moreno Murcia y David González Paredes. Una de ellas no podrá recuperar a su ser querido, porque otra cremó por error el cuerpo y esparció las cenizas en el mar Mediterráneo.

Rosa Alvarez, viuda de Alvarez, sabe que su marido está enterrado en Cáceres desde septiembre. "No comprendo por qué la juez no se da más prisa si ya tiene las pruebas y sabe que estamos sufriendo muchísimo. Ahora mismo estoy muy alterada y tensa y sólo quiero que todo acabe", indicó. Y en la misma línea se manifestó Ana Carmen, madre de Oriz. "Han pasado dieciocho meses y aún no tenemos a nuestros familiares con nosotros. Hay que agilizar el proceso. Al menos van a hacer nuevos test de ADN y van a crear una comisión para supervisar los casos, porque ya no me fío de nadie y seguimos manipulados", apuntó.