El ministerio de Ecología de Francia, presidido por Nicolas Hulot, ha anunciado que el próximo otoño soltará dos ejemplares de osa en los Pirineos Atlánticos, el departamento que comparte frontera con la provincia de Huesca. La medida, que no se producía desde el 2006, tiene como objetivo «lanzar una ofensiva» ante el retroceso de la especie en esa parte del Pirineo galo, donde en la actualidad solo viven dos osos machos.

Las organizaciones ecologistas han acogido con entusiasmo la liberación de las dos osas, pero entre los ganaderos de alta montaña existe una gran preocupación. De hecho, el diputado bearnés Jean Lassalle reaccionó ayer al anuncio de la suelta llamando a «la resistencia» a la población de los valles, según recogieron los diarios Sud-Ouest y La République des Pyrénées.

«Han hecho precisamente lo que no había que hacer», aseguró Lassalle. «Hay un sentimiento de desesperación profundo, es empeñarse en algo para satisfacer a unos pocos», protestó el diputado, que denunció que el fantasma de la despoblación también amenaza los valles pirenaicos. «Es como si esta tierra solo fuera buena para los osos, hacen por este animal más que por los hombres», aseguró.

Sin embargo, en el Ministerio de Ecología no temen la reacción de la población local. «Un sondeo acaba de mostrar que el 76% de los habitantes de los Pirineos Atlánticos eran favorables a la reintroducción», subrayó el ministro, quien definió al oso como «patrimonio salvaje de nuestro país».

La mayor concentración de osos en el Pirineo francés se produce en el departamento de Ariège, al norte de la provincia de Lérida, donde se tiene constancia de que viven diez ejemplares que han convertido los pueblos de montaña en poderosos reclamos turísticos.

En Aragón no vive en la actualidad ningún oso, según fuentes del Gobierno autonómico. Sí se produce esporádicamente el paso de algún oso, procedente bien de Francia, bien de Cataluña. A este lado de la cordillera, sin embargo, los ganaderos también temen la reintroducción de más ejemplares, dado que esta especie presenta una gran movilidad.

Los detractores de la medida mantienen que se trata de una «falsa» repoblación, dado que los osos autóctonos se extinguieron hace décadas, de forma que los ejemplares que se sueltan suelen proceder del este de Europa.

Se trata de una política no exenta de riesgos, dado que a menudo los plantígrados no llegan a adaptarse al nuevo hábitat y observan un comportamiento errático e imprevisible.