La obra de rehabilitación del puente de Sástago, de la que no se han comunicado ni el coste ni la duración, deberá recibir la conformidad del Gobierno central al tratarse de una actuación que la Diputación General de Aragón desea llevar adelante por el procedimiento de urgencia.

La crisis del coronavirus ha trastocado profundamente el orden de prioridades, así como el destino de los recursos, por lo que cada inversión se examina con lupa antes de recibir el visto bueno.

Así lo explicaron ayer en el Ayuntamiento de Sástago, un municipio cuya economía se ha visto doblemente afectada. Por un lado, la expansión de la pandemia ha golpeado esta localidad de la Ribera Baja, como el resto de España.

Pero, además, la rotura hace un mes de una péndola o sujeción del puente ha supuesto un trastorno para las comunicaciones, dado que el municipio se extiende a ambos lados del Ebro. En la margen derecha está el casco urbano y, al otro lado, las huertas y una extensa zona de monte donde se cultiva cereal de secano.

Y el momento de la cosecha está cada vez más cercano, por lo que los agricultores de Sástago están negociando con otros pueblos la posibilidad de llevar a ellos el grano que recojan a partir de julio.

«Se ha hablado con Bujaraloz porque, al estar el puente cerrado, no es posible que los tractores lo atraviesen, lo que crea un tremendo problema», señaló ayer Montserrat Aguado, concejala de Servicios, que subrayó que las comunicaciones con Monegros, Escatrón y la comarca de Caspe se han visto muy perjudicadas con la situación creada a raíz del hundimiento de una de las losas que conforman el tablero del puente, una obra de 1941 que acusa el paso del tiempo.

La DGA se encuentra estudiando el informe presentado a finales de la pasada semana con las soluciones que se pueden aplicar a la rotura de la infraestructura. Ayer mismo, se realizaron reuniones en el departamento de Bizén Fuster, responsable de Carreteras, para analizar los posibles remedios y el coste que cada uno de ellos lleva aparejado, dado que se trata de una actuación compleja.

«El perjuicio creado es enorme», insistió ayer Felisa Salvador, presidenta de la comarca Ribera Baja. «Se ha habilitado la acera derecha del puente, en sentido Escatrón, para cruzar al otro lado a pie», explicó.

Esa pasarela permite cruzar a la zona donde se hallan la granjas de animales, indicó la responsable comarcal. De esa forma se ha conseguido reducir el negativo impacto económico del cierre del puente.

Había vecinos que habían empezado a ir al otro lado para atender sus huertas, pero no está permitido debido al estado de alarma y se han impuesto varias multas por parte de efectivos de la Guardia Civil que vigilan las carreteras.

En Sástago, todos confían en que, una vez obtenida la autorización del Gobierno central, las obras se harán rápidamente, pues al aislamiento individual causado por el coronavirus en su caso se añade una incomunicación geográfica real.

«Ahora, para trabajar los campos del otro lado hay que dar grandes rodeos y utilizar caminos de tierra», manifestó Aguado. «El puente de Gelsa tardó un año en hacerse pero se trataba de una obra más compleja, mientras que en nuestro caso es un problema puntual que está bien localizado», agregó.

Mientras llega la reapertura, los chóferes siguen ahora una ruta que pasa por Azaila, siguiendo la N-232, y que luego se adentra por una vía autonómica que desemboca en Escatrón, desde donde se puede cruzar el Ebro por otro puente.

En principio, esta semana debería saberse si hay visto bueno de Madrid para llevar a cabo la reparación de la infraestructura, en el caso en que se reconozca que constituye una intervención que tiene carácter urgente.

Una vez dado ese paso se entraría en la fase de licitación de la obra con el fin de designar al contratista que se encargará de desarrollar los trabajos de rehabilitación del puente.