Alberto Rubio de Val es mi hermano mayor. Un puntal insustituible para los suyos. Hacemos equilibrios para no desmoronarnos. Mis padres por nosotros; mi hermana, su marido, mi hermano pequeño y su mujer, por nuestros hijos y así nos vamos sosteniendo desde el afecto y el cariño.

Mis padres, mis hermanos, nuestros hijos, tíos y primos y todos sus amigos, que también sois parte de nuestra familia, siempre hemos sabido que Alberto es un hombre maravilloso y excepcional.

Fuerte y alegre, como mis padres. Trabajador incansable. Envidiablemente libre. Lleno de vida. De una vida llena de vida, que solo es aquella que se vive con pasión y con afectos. Los que le conocéis sabéis de que os hablo.

Médico de familia, especialista en medicina del deporte, siempre desde el afecto y una desbordante humanidad entendía que todas las personas que acudían a la consulta lo que ante todo necesitaban era ser escuchadas y aliviadas en la preocupación que siempre genera la enfermedad. Sus pacientes y sus compañeros de trabajo saben bien de lo que hablo.

Alberto sabía escuchar como nadie. Y tenía el don de la palabra. Sabía siempre encontrar la justa. Y callar la innecesaria. Todos los que tenemos la inmensa dicha de conocerte lo sabemos.

Alberto tenía pasión por la lectura. En todos mis recuerdos de infancia está el sonido de sus llaves en la puerta de casa los domingos por la mañana, cuando volvía cargado de tebeos del quiosco y de algún libro para compartir con sus hermanos. Alberto siempre nos desvelaba sus tesoros conforme los encontraba. Descubrimos cuan misterioso es el país de las lágrimas en El Principito. Lo entendemos ahora que nos toca habitar en él. El asteroide B612, nos procuró espacio para muchas confidencias. Con Verne, Tolkien, García Márquez, Galeano, entre otros muchos, y con nuestro querido Ende comprendimos que la imaginación es poderosa y que Momo, esa niña que era sabia porque sabía escuchar, estaba hecha de la misma pasta que Alberto. También acogimos en nuestro pequeño y humilde hogar a Bastian Baltasar Bux y a un sinfín de personajes que desde entonces siempre han alimentado nuestra fantasía. Todos sus lobatos y troperos también saben de lo que hablo.

Alberto desde que aprendió a leer con cuatro años nunca lo dejó. Ha empezado un libro tras otro, un día tras otro, un año tras otro, hasta hoy, siempre disfrutando del placer de leer.

Pasión por la montaña

Alberto tenía pasión por el deporte. Desde niño le apasionaba el fútbol, en todas las categorías en las que jugó, como delantero en escolapios, en el Stadium Venecia, en el club de fútbol de Muel, y en otros muchos equipos, mi hermano siempre destacó por sus golazos y por sus pases de gol. Recuerdo el orgullo de mis padres cuando la grada rompía en aplausos por el juego y el compañerismo de su hijo mayor. Sus compañeros de equipo saben bien de lo que hablo.

Y sobre todas sus pasiones, Alberto tenía pasión por la montaña. Descubrió de niño toda la magia que encierra nuestro Pirineo e inmediatamente nos la descubrió a sus hermanos. Desde entonces han sido muchas, muchísimas, las cumbres que en tantos puntos del planeta, has hollado. Y en todas ellas te has conducido como en la vida. De forma segura, discreta, abriendo huella para que el camino de los que venían detrás fuese apacible y amable. Sus compañeros de travesía y de expediciones saben bien de lo que hablo.

Alberto es una persona excepcionalmente discreta, pasar desapercibido, cuando tu fortaleza, tu infinita bondad te hacen destacar sobremanera, sin duda es una de tus muchas cualidades. Mi hermano Alberto, nuestro hermano del alma, el orgullo de mis padres, de sus amigos y compañeros y de toda nuestra familia, es presente. Es un presente. Un inmenso regalo para todos los que hemos tenido la inmensa fortuna de tenerte para siempre en nuestro corazón.

Nos queda estar a la altura de tus cumbres soñadas. Nos haremos fuertes como las rocas de esas montañas que te han adormecido para dejarnos el alma huérfana. Va a ser complicado, pero asumiremos el reto. Siempre vivo es nuestros corazones. Te queremos.

Gracias Alberto.