La frontera entre Aragón y Cataluña, en la comarca de Caspe, fue ayer escenario del primer incendio forestal importante de la nueva temporada. El fuego se inició a primera hora de la tarde en la provincia de Tarragona, junto a la carretera que une Caspe con Batea, y debido al viento del este y sureste y la elevada temperatura, se propagó con rapidez hacia Aragón, hasta destruir más de 20 hectáreas.

Tanto la comunidad catalana como la aragonesa respondieron al incendio con una gran cantidad de medios, pues la sequedad del terreno donde se produjo hacía temer que las llamas avanzaran de forma descontrolada.

Entre la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ) y los Bombers de Catalunya se juntaron en la zona 17 unidades terrestres y siete aéreas, un despliegue que permitió estabilizar el fuego en torno a las seis de la tarde.

Las llamas se propagaron por una zona de campos de cereal y árboles frutales salpicada de pequeños pinares y arboledas. Fuentes de los servicios antiincendio señalaron que ardieron muchos árboles y también campos recién cosechados, si bien la progresión del siniestro fue tan rápido que quedaron numerosos corros de tierra intactos.

36 GRADOS DE TEMPERATURA

Durante la tarde de ayer, en esa zona limítrofe entre Aragón y Cataluña se alcanzaron los 36 grados de temperatura máxima, un factor que ayudó de forma decisiva, asimismo, a que el fuego se extendiera a una gran velocidad por un terreno reseco.

Para combatir el fuego se movilizaron varias cuadrillas del Bajo Matarraña y Bajo Ebro, autobombas de parques de bomberos cercanos, las brigadas helitransportadas de Alcorisa y Peñalba y un hidroavión del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación), así como efectivos del parque de bomberos de Caspe, el más próximo de Aragón a la zona incendiada.