A don Antonio Becerril, concejal de Participación Ciudadana y amigo del alcalde Belloch, le andan buscando las cosquillas por cuatro bobaditas que el buen hombre ha hecho o dejado de hacer. Pero les aseguro que yo no estaba por la labor de meterle caña. Hasta ayer por la tarde, que llegó a mis oídos un dato, un rumorcillo, el eco de un detalle... y me entraron los nervios.

A Becerril le critican por cesar al alcalde de Miralbueno. Sin embargo tal destitución no deja de ser comprensible, pues a nadie le gusta que le lleven la contraria y le toqueteen los centros cívicos por muy pedáneo que sea el oponente y por mucho que le haya votado el vecindario. También se meten con el concejal por lograr en tiempo récord (cinco meses, no es para tanto) que le arreglen la calle do habita. Bueno... ¿y qué? Ya le gustaría a un servidor conseguir también que el municipio renovase los alcantarillados del sector en que se alza su vivienda, cuyos sótanos y trasteros se inundan con cada tormenta (es en el eje de la calle La Luz cruzando Gascón de Gotor, dicho sea por si la alusión surte algún efecto ¿eh?).

¿Que Becerril invita a comer a los alcaldes de barrio que le son afectos? Pues nada, buen provecho. ¿Que contrató a su esposa y al parecer favorece los intereses de sus amigos? Hombre, normal: con quién vas a estar mejor que con los próximos. Bien se ve que el personal es muy envidioso y siempre le busca los tres pies al gato de los munícipes. ¡También sería que, a estas alturas, fuésemos a escandalizarnos porque un señor concejal de Zaragoza se permita alguna comprensible y merecida satisfacción!

Ahora bien, según me cuentan hay algo más. Se dice que el controvertido Becerril ha puesto césped artificial en los suelos de algunas dependencias de Participación Ciudadana. ¡Césped artificial! ¡Aaarrrggg! Semejante horterada es intolerable. ¡In-to-le-ra-ble! El alcalde debe tomar cartas en el asunto. Hasta ahí podíamos llegar.