Una mujer septuagenaria pasó dos días enteros, desde el domingo hasta ayer martes, encerrada con su marido muerto en un piso del barrio de las Delicias, en Zaragoza.

Antonio G. M., de 72 años de edad, falleció de muerte natural cuando se encontraba en el piso con su esposa, Josefina G. C., que es inválida y no pudo moverse para pedir auxilio a los vecinos del bloque número 235 de la avenida de Madrid, donde vive el matrimonio.

La mujer, que sufre de diabetes y se inyecta insulina, se quedó totalmente aislada del mundo. Su marido se encargaba de darle de comer, por lo que no tomó ningún alimento durante las 48 horas que estuvo sentada en el sofá del cuarto de estar, lejos de la puerta de entrada.

"No tienen teléfono en el piso --comentó un vecino--, y además nadie la oyó gritar, quizá porque está muy debilitada por la enfermedad que padece".

La situación no fue descubierta hasta las cinco de la tarde de ayer, cuando el asistente social de Cruz Roja que atendía a la mujer acudió al piso, tocó el timbre y se alarmó por el hecho de que nadie acudiera a abrirle la puerta. A duras penas lograba oír a la mujer, que llamaba con voz apagada a su marido desde el fondo del piso. "¡Antonio, Antonio!", repetía Josefina.

El asistente puso el hecho en conocimiento de la Policía, que envío a una patrulla a la vivienda, situada en una segunda planta, en un rellano compartido por otras cinco viviendas. "Nadie oyó absolutamente nada durante los dos días que Josefina estuvo sola, con su marido muerto en el pasillo", confirmó el portero.

Al comprobar que no podían abrir la puerta, los agentes llamaron a los Bomberos, que tuvieron que forzar una ventana para acceder al piso, pues la puerta tenía la llave pasada por dentro.

"La mujer se encontraba muy afectada, en estado de shock", comentaron fuentes de la Policía. "Lo había pasado tremendamente mal, con su marido muerto y sin poder hacer nada por él".

PARALIZADA POR UNA EMBOLIA "Josefina --relató un vecino de escalera-- sufrió una embolia hace tres años y apenas se podía mover. Su marido se encargaba de todo. El hacía la compra, la limpiaba y la sacaba a veces a pasear, aunque estaba un poco delicado, pues le dio un infarto hace algún tiempo".

Los bomberos, los agentes y el asistente social encontraron a Josefina en el salón, donde había permanecido desde la muerte de su esposo. Desde donde estaba sentada, la mujer podía ver el pasillo e incluso el cuerpo de Antonio, "pero es posible que le fallara la vista y no supiera que estaba muerto", según manifestó un inquilino.

Josefina G. C. "se encontraba muy consumida", indicó un testigo presencial. "La han sacado del piso y se la han llevado al Provincial para que le hagan un examen médico".

La Policía localizó a los hijos del matrimonio, que viven en otra dirección, y les informó de lo sucedido. Antonio G. M. era un hombre apreciado en Delicias. Jubilado hacía siete años, se le conocía sobre todo por su faceta de árbitro de fútbol de la liga infantil y juvenil.

"Salvo aquel episodio que tuvo con el corazón --declaró una persona que lo conocía--, se puede decir que estaba fuerte, y ahora resulta que ha muerto antes que su mujer".