-Ha anunciado que no opta a la reelección como presidente de CHA, una medida que ya tenía tomada hace cuatro años. ¿Por qué?

-Entonces consideré razonable seguir un mandato más, pero también decidí que pasara lo que pasara no continuaría. Siempre he defendido la renovación, y a veces hay circunstancias que no la hacen fácil. Ahora es el momento. Cuando deje la presidencia me pondré a disposición del partido, aunque creo que lo mejor que podemos hacer los ex es dejar tranquilos a los nuevos y estar solo cuando te piden opinión. No sé qué persona me relevará, pero no tengo intención ni siquiera de estar en la ejecutiva.

-¿Es partidario de que haya una candidatura única o más?

-Afortunadamente, CHA es plural y diversa, con debate interno y gente apasionada y vehemente. Es algo muy bueno en política. Creo que es positivo que haya una sola candidatura en la que toda la militancia se sienta representada, pero tampoco pasa nada si hay más. Lo importante es que cuando se elija a un presidente, sea el de todos y se le apoye.

-¿Ha cambiado mucho CHA?

-Lo que ha cambiado muchísimo es la política. Antes los ciclos duraban años, ahora meses y los actores aparecen y desaparecen a una velocidad de vértigo. Este tiempo tan convulso demuestra que llevar 30 años trabajando por Aragón desde el socialismo y el aragonesismo es muy positivo. Nuestra trayectoria es de credibilidad, coherencia y honradez, de lo que me siento orgullosísimo. En el caso de CHA hay dos hechos determinantes en estos años. Uno positivo y otro negativo. El positivo es haber entrado a formar parte del Gobierno de Aragón por primera vez. Nacimos como instrumento de transformación social y es en el Gobierno donde puedes transformar la realidad. La oposición es fundamental en democracia, pero cualquier partido debe tener vocación de Gobierno, aunque no a cualquier precio.

-¿Y el negativo?

El lado negativo, la pérdida de representación de CHA en muchos ayuntamientos, no solo en el de Zaragoza. En muchos sitios se había hecho un enorme trabajo y nos hemos quedado fuera de las instituciones. Nuestro reto es seguir siendo coherentes en un tiempo complejo donde es muy difícil gestionar desde la izquierda con normas ultraliberales y recuperar nuestro espacio en las administraciones locales. Hemos de reforzar nuestro músculo en el territorio, arraigarnos más en la sociedad. Nuestra fuerza no es estar en el Gobierno de Aragón, sino en nuestros barrios, comarcas y ciudades. Seguimos siendo imprescindibles para Aragón.

-¿Estar en el Ejecutivo no es un arma de doble filo para CHA al institucionalizarse más?

-Por eso es muy bueno que se separe la figura de la presidencia del partido con la del consejero. Hace cuatro años no se daban las circunstancias y tampoco hubo más alternativas. Ahora es imprescindible separar esas figuras. Estos cuatro años he intentado ser cuidadoso cuando he hablado como consejero o como presidente de CHA, porque tenía claro que debíamos ser fieles a lo que siempre hemos sido y ser leal al Gobierno. Con voces distintas es mucho más fácil.

-¿Cree que CHA ha hecho muchas renuncias?

-Como partido no hemos hecho ninguna. Hemos mantenido siempre el mismo discurso. En política tributaria estuvimos en contra de la bajada del impuesto de Sucesiones, seguimos oponiéndonos a las grandes obras hidráulicas más propias del siglo XIX y mantenemos nuestro rechazo a la unión de estaciones. Al revés, hemos conseguido cosas tan importantes como que el gobierno tenga una Dirección General de Política Lingüística que no existiría si CHA no hubiera entrado en el Gobierno. Hemos sido coherentes con iniciativas que son aragonesismo puro como las directrices para luchar contra la despoblación, o ser los portavoces de las exigencias de infraestructuras ante Madrid, y eso ha sido por estar el Gobierno.

-¿Está satisfecho con el funcionamiento de este tetrapartito?

-Fuimos los primeros en reivindicar esta fórmula para evitar que la ultraderecha gobernara. Somos cuatro socios muy conscientes del caudal de ilusión que ha generado esta auténtica innovación política. Tenemos claro que hemos de ser generosos y acentuar lo que nos une y no lo que nos separa. Somos partidos distintos y discrepamos, pero tenemos un compromiso con la sociedad y debemos estar a la altura. Los presupuestos eran la primera prueba de fuego y la hemos superado con nota. La coordinación es perfecta y funcionamos muy bien porque somos conscientes de la responsabilidad que tenemos.

-¿Qué espera de la ponencia política que salga de la asamblea?

-Tenemos que innovar. CHA no es la misma de los años 90 y tras superar la etapa más complicada con la aparición de nuevos partidos, seguimos vivos pero nos tenemos que reinventar, enarbolar nuevas banderas, y seguir explicando nuestro aragonesismo a la sociedad.

-En el momento más bajo de apoyo social al aragonesismo de toda la democracia...

Sí, y nuestro aragonesismo social es garante de los derechos y libertades en un momento en el que la ultraderecha campa a sus anchas. Por eso es importante la renovación y consensuar un documento político de transformación. CHA es más necesaria que nunca porque están en riesgo las libertades y la defensa del autogobierno. El proceso independentista catalán ha perjudicado a CHA y ha dado alas a la ultraderecha. Se están blanqueando posturas misóginas, homófobas y xenófobas. Hace años habría sido impensable. Que partidos que se dicen constitucionales avalen estas posiciones es terrible.

-¿CHA ha dejado de defender el derecho de determinación?

-El derecho de autodeterminación tiene más que ver con la democracia que con la independencia. Escocia, en su derecho a decidir, eligió seguir formando parte del Reino Unido. Autodeterminación es derecho a decidir tu futuro, y claro que se defiende. Los saharauis y los palestinos deben tener derecho a decidir.

-¿Y los catalanes?

-En Cataluña era imprescindible el diálogo. Pero ahora muchas palabras quedan vacías y se han desgastado. Tiene que haber solución dialogada pero en un contexto determinado, y ahora no se dan las circunstancias para el diálogo. Y en primer término entre catalanes, porque hay una mitad que no tiene a nadie que les represente desde el momento en su Gobierno y su Parlamento vulneraron las reglas. Cataluña es un síntoma de un problema mucho mayor: el modelo autonómico fue útil en su día pero ahora está agotado. El Estado sigue tutelando las comunidades y no podemos ejercer la autonomía financiera. Es el momento de que decidamos entre todos cómo nos relacionamos. Mi modelo es una república, por supuesto, en un Estado federal.

-Gobiernan con el PAR, algo impensable hace unos meses. ¿Está más cerca un proyecto de hacer un frente común en forma de coalición futura para reforzar el aragonesismo?

-Si hace ocho años me dice que iba a ser consejero o que CHA iba a estar en el Gobierno no me lo habría creído. Si hace meses me dice que gobernaríamos en el PAR, tampoco. Fuimos los primeros que la única opción para evitar un Gobierno de ultraderecha es que el PAR no se aliara con ellos. Se logró, pero ahora me parece impensable que se den circuntancias para esa coalición. En el futuro, es algo que tienen que hablar los dos partidos internamente. Compartir Gobierno también te permite conocerte mejor. En el 2015 también generaba mucho escepticismo y rechazo gobernar con el PSOE y ahora se ve con absoluta normalidad. Por lo que todo depende de cada momento y cada circunstancia.

-¿Y la llegada de Teruel Existe?

-La decisión de no presentarnos en Teruel es única de nuestros compañeros de la provincia, y el comité nacional la respetó por unanimidad, incluso quien no la compartía.

-¿Se siente incómodo con las declaraciones de Lambán contra cualquier nacionalismo que no sea el español?

-Claro que hay declaraciones de Lambán que no me gustan nada y estoy convencido de que a él hay algunas mías que tampoco le gustan. Nuestro modelo de Estado está en las antípodas y no pasa nada porque nuestro modelo social es muy coincidente. CHA tiene que seguir siendo CHA y el PSOE el PSOE. Cada uno ha de tener la libertad de decir lo que quiera como responsable de un partido. Somos herederos de una transición que favorecía las mayorías absolutas porque se entendía que garantizaban la estabilidad. Eso ha quebrado y ahora hay que entender que ya no gobiernan juntos los que piensan igual, sino que personas y partidos diferentes tienen la capacidad de gobernar y respetarse.

-Prevé muchas tensiones?

Sería ingenuo pensar que no las habrá. Ya las hubo la pasada legislatura. Pero las gestionamos bien y de forma interna. Habrá momentos difíciles en la legislatura y la oposición ya intenta ponerlo en relieve. Es lógico, pero se trata de ser capaces de gestionar bien esa tensión.