Tipógrafo y fotógrafo

Nuestro invitado ha trabajado toda la vida en las artes gráficas y es un reconocido coleccionista de postales. Ha investigado a fondo la historia de la empresa gráfica Portabella, que mantuvo una estrecha relación con el cartelista Marcelino de Unceta. La DPZ ha editado este libro.

--¿Ya no existe Portabella?

--No, lo traspasaron en 1945. Siguió funcionando como Aragonesa de Artes Gráficas alrededor de veinte años, luego cerró el negocio y se tiró el edificio. Entonces desapareció la firma. La imprenta entre mitad del siglo XIX y el XX está muy poco estudiada. Y las artes gráficas trabajan con todas las industrias.

--¿Y el valioso material que guardaba?

--Se perdió todo: piedras litográficas, archivos de dibujos e impresos, máquinas y el mismo edificio de Félix Navarro, para hacer el bloque de viviendas que hay en la esquina entre Sagasta y la plaza Diego Velázquez. ¿Dónde están los carteles de aquella época? No se encuentran. Y son patrimonio cultural.

--¿Portabella fue un adelantado?

--En su momento, como él trabajaba bien y tenía demanda, se trajo la maquinaria litográfica más moderna. Trabajaba mucho para fuera de Zaragoza haciendo cartelería, diplomas, folletos...

--Tuvo una excelente relación con Marcelino de Unceta.

--Extraordinaria. Unceta fue maestro de Portabella, que también era un buen dibujante y dominaba la técnica de la litografía. El tiempo en que trabajaron juntos, Unceta estuvo en exclusiva para Portabella.

--Era un cartelista único.

--Unceta era dibujante y tuvo la idea de aportar las grandes figuras al cartel, la rotulación perfecta con las imágenes. Sobre todo fue un gran dibujante de animales, caballos, toros y escenas muy tópicas aragonesas. En esa sociedad tan taurina de la época sus carteles tenían una gran acogida.

--¿Y Portabella destacó por algo?

--En términos generales fue un buen litógrafo y destacó en la cartelería. Pero también hizo impresos de seguridad: acciones, recibos, billetes de banco... Era un personaje muy alegre que vivió con intensidad.

--Creo que era muy viajero.

--Lo más famoso fueron sus dos viajes a Filipinas en tres años, que eran entre 30 y 40 días por cada viaje. Fue a ver a su amigo Caste Ruste y de paso se trajo encargos. El segundo viaje fue a llevarle los turrones...

--¿Cuál es su propia relación con la imprenta?

--Yo empecé a trabajar a los catorce años como cajista porque mi padre trabajaba ya en una imprenta. Después empecé a dibujar y también hice de fotógrafo. Incluso he trabajado en las dos ediciones de la Enciclopedia Aragonesa y he colaborado en la segunda con textos.