Teruel La capital turolense volvió a convertirse ayer en una ciudad fantasma, como es habitual cada martes de Pascua, ya que la mayor parte de los vecinos se marcharon al campo para celebrar la fiesta del Sermón de las Tortillas. A pesar del día desapacible, con temperaturas que no invitaban al paseo, y el cielo nublado, familias enteras y grupos de amigos se desplazaron a parajes como la Fuente Cerrada o la Fuente Carrasco, a fincas, merenderos y establecimientos cercanos para cumplir con la tradición campestre.