Desde hace unos meses, Pablo Berdún forma parte de un nuevo tipo de voluntariado en los hospitales, el representado por estudiantes de Medicina. Integrantes de un programa piloto, estos alumnos encarnan un voluntariado polivalente que, adaptándose a sus horarios especiales (exámenes o días no lectivos) tratan con enfermos de cáncer tanto en el hospital Miguel Servet como en el Clínico, ambos en Zaragoza.

En este voluntariado no desarrollan labor médica, de hecho tienen prohibido explícitamente dar su opinión profesional. «No solo conseguimos tener más voluntarios sino que logramos humanizar al futuro médico que atenderá a los pacientes dándole un punto de vista diferente del paciente y su familia», exponen desde la Asociación contra el Cáncer en Aragón (AECC).

La iniciativa responde a un acuerdo entre la propia asociación y la facultad, y ha contado con una notable demanda. Pablo Berdún es uno de ellos. La idea de ayudar al prójimo venía rondando por su cabeza hacía tiempo y una reunión con la delegación de estudiantes supuso el impulso definitivo. «Sabía que me iba a enfrentar a muchas situaciones duras porque hablamos de una enfermedad que, a pesar de que cada vez se cura más, sigue afectando a muchas familias», indica.

Antes de las prácticas que empezó en abril tuvo que asistir a una charla acerca de cómo afrontar los sentimientos y ayudar al paciente, lo que le ayudó «muchísimo». «Es cierto que hay situaciones duras, pero no todas. Hay enfermos que lo llevan mejor que otros y también hay quien aprovecha para reinventarse», afirma Pablo, que asegura sentirse «muy contento» con la experiencia.

Tras un parón obligado por los exámenes en mayo y junio, Pablo, uno de los muchos estudiantes de Medicina que se interesaron por la experiencia, retomó en verano las visitas al hospital, donde su tarea consiste en acompañar a pacientes y familiares a todos los niveles. «En las consultas les preguntamos cómo se encuentran, les ofrecemos alguna bebida y les contamos quiénes somos y que estamos para ayudarles». Pero los voluntarios de hospital también acuden a las salas donde se administra la quimioterapia, así como a planta. «Básicamente, brindamos nuestro apoyo y compañía para que no se sientan solos», sintetiza.

Para ser voluntario de hospital no se requiere una formación especial o estar cursando un curso determinado. Puede ejercer cualquier alumno de la facultad que haya, eso sí, asistido a un curso de voluntariado compuesto por una charla y dos prácticas.

Beneficio recíproco

Ellos aportan su compañía, calor y apoyo, pero también reciben cosas a cambio. «Nos aporta mucho. Como estudiantes de Medicina, vemos la enfermedad desde un punto de vista y no estudiamos lo que es el paciente, sino la enfermedad. Pero aquí, en el hospital, te das cuenta de que la perspectiva de la persona y su familia se pierde un poco en la facultad. Es la parte humana la que hay que fomentar y eso es lo que nos enseña este voluntariado», indica Pablo.

La flexibilidad es «absoluta». El programa piloto permite a los estudiantes elegir el día que pueden acudir al hospital y compatibilizarlo de la mejor forma posible con clases y exámenes. «He aprendido a valorar muchísimo cosas como la manera de afrontar problemas que no lo son tanto. Cuestión de relativizarlo todo», subraya este joven voluntario.