Juan Martín Nuez Nuez, que trabaja de chapista en un concesionario de Alcañiz, no sabe qué ha llevado a un ciudadano argelino residente en Francia a adoptar su identidad. Pero lo que sí sabe es que el día en que extravió su carnet de identidad en su pueblo, Alcorisa, allá por 1997, la vida "empezó a complicarse" un tanto para él.

"Hace un tiempo, Hacienda me reclamó la parte correspondiente de los beneficios de un puesto de trabajo desempeñado el año 2002 o 2003 en un negocio de hostelería en Sitges, un sitio en el que no he estado nunca", contó ayer a EL PERIÓDICO Juan Martín, a quien le molesta haber salido del tranquilo anonimato en que vivía.

Y todo porque su suplantador, un tal Azdine Smida, residente en una localidad de la periferia de París, decidió un buen día prescindir de su identidad de toda la vida para pasar a llamarse Juan Martín Nuez Nuez.

"No sé cómo mi carnet pudo llegar a él", explica el verdadero Nuez Nuez, que tiene alrededor de 40 años y jamás se ha hecho un pasaporte ni ha salido de España. "Me di cuenta de que algo raro pasaba cuando, en unas elecciones, estando un hermano mío en una mesa, me dijeron que no podía votar porque ya lo había hecho por correo", relata el chapista turolense.

El enredo empezó a deshacerse el pasado 7 de enero, cuando el falso Juan Martín acudió a una oficina del DNI en Barcelona y un funcionario descubrió que las huellas dactilares de quien decía ser Nuez no coincidían con el auténtico Nuez de Alcorisa.

Azdine Smida tendrá que vérselas con la Justicia española, que aunque lo puso en libertad ha presentado cargos contra él, seguramente por usurpación de identidad. Mientras, la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF) le ha dado garantías a Juan Martín de que el asunto se ha arreglado y de que ya no tendrá problemas con el que él llama "su otro yo".

En medio de todo, considera que no ha salido malparado. "Se ve que el suplantador no era mala persona y que no ha hecho ninguna maldad, porque, si no, no sé qué hubiera sido de mí", subraya Juan Martín, que asegura no sentir "ningún deseo" de conocer a la persona que ha estado viviendo con su identidad.

Juan Martín es reacio a hablar. Esta historia en la que se ha visto metido sin comerlo ni beberlo no le hace gracia y tampoco quiere dedicarle más tiempo del necesario. Por eso no es él, sino quienes tratan de entrevistarle, quienes sugieren que quizá el ciudadano argelino se sirvió del carnet de identidad para moverse con más facilidad en el mercado laboral español, como lo demuestra el hecho de que recalara en Sitges una temporada.

Tampoco acaba de entender lo del pasaporte. "No tengo necesidad de salir de España", dice el chapista, que en su perfil de Facebook sale disfrazado. ¿Será en las fiestas de Alcorisa? "No, no", se apresura a corregir. "Es de una vez que estuve en Port Aventura", aclara.