Los clásicos atascos del regreso del fin de semana en los accesos de Monrepós podrían tener los días contados. Las obras siguen avanzando en la A-23 y está previsto que antes de Semana Santa se lleve a cabo la inauguración de dos tramos en el puerto que suman 12 kilómetros y que, en uno de los sentidos, permiten acortar el recorrido en 2.600 metros.

Para ganar tanto en tiempo como en seguridad y reducir las distancias ha sido preciso construir dos túneles. Uno de ellos, el más corto, se encuentra cerca de Arguís, y el otro, de 2.885 metros, en la cara norte de Monrepós, dentro del término de Caldearenas, del que toma el nombre.

Ambas obras, que se encuentran muy adelantadas, fueron visitadas ayer por la subdelegada del Gobierno en Huesca, Isabel Blasco, y por el jefe de la Demarcación de Carreteras del Estado en Aragón, Rafael López Guarga.

El túnel de Caldearenas, que será unidireccional en sentido Jaca, es el segundo más largo de la provincia tras el de Somport. Está casi totalmente terminado y solo falta por realizar el simulacro de emergencia y las pruebas de seguridad antes de que entre en servicio.

El túnel de Arguís, junto al embalse, también está pendiente de los tests de seguridad. Es bidireccional y forma parte de la compleja infraestructura que se está realizando para salvar el escarpado congosto del Isuela, entre Nueno y el pantano.

Por su parte, el túnel de Caldearenas se integra en el tramo comprendido entre el alto de Monrepós y Caldearenas, en la mitad del puerto. Las obras fueron licitadas a finales del 2008 y tienen un presupuesto de 97,2 millones de euros.

Además, en breve entrará también en servicio el tramo entre la mitad del puerto y Lanave, que incluye un túnel de 400 metros en las inmediaciones de la aldea abandonada de Escusaguás.

Con todo, una vez estén terminadas las dos vertientes de Monrepós todavía quedarán pendientes varios tramos: el que circunvala el pueblo de Hostal de Ipiés, la variante de Sabiñánigo y la infraestructura que debe evitar el paso por la ciudad de Jaca para entroncar con la autovía A-21 en dirección a Pamplona. Esta última obra es objeto de un pleito planteado por ciudadanos que rechazan su trazado por el norte de la localidad pirenaica.