Tal día como hoy, un 22 de octubre pero de hace cien años, los zaragozanos inauguraron en la plaza de Aragón el monumento al Justiciazgo. Un acontecimiento de carácter liberal que no estuvo exento de polémica, dadas las posiciones discrepantes de los más conservadores, que tan sólo 24 horas después, y a escasos metros, descubrieron en plaza de España el grupo escultórico dedicado a los Mártires de la Religión y de la Patria.

Dos estrategias muy diferentes que convivían en la sociedad aragonesa de entonces. Una laica e identificada con un pasado aragonés concreto, ligado a una institución del medievo y a Juan de Lanuza, decapitado por Felipe II. Y la otra, nacionalista española, conservadora y católica. "En el siglo XIX se produce una mitificación de la figura del Justicia, que representa la libertad y la defensa de los derechos de los aragoneses", aseguró ayer el actual Justicia de Aragón, Fernando García Vicente.

Símbolo de identidad

El significado de la institución pasa a ser desde entonces un símbolo de identidad aragonesa muy arraigado. "Dos patriotismos compartidos, el aragonés y el español, han presidido desde entonces la vida cotidiana de muchos aragoneses", señaló ayer el catedrático Carlos Forcadell, que acompañó a García Vicente en la presentación del libro Cultura y política del recuerdo: en el Centenario del Monumento al Justiciazgo (1904-2004) .

La publicación recoge las ponencias del Quinto Encuentro de Estudios sobre el Justicia de Aragón de Josep Maria Fradera; Ignacio Peiró Martín; Carlos Forcadell; Sören Brinkmann; Angel García Sanz Marcotegui; Carlos Reyero, y Manuel García Guatas. Un libro que está a la venta y disponible en la web del Justicia.

El monumento, obra del arquitecto Félix Navarro Pérez, mide once metros de ancho y 16 de alto. Su coste fue de 77.368 de las antiguas pesetas, de las que el ayuntamiento recaudó, por suscripción popular, 2.153 pesetas, y el resto fue financiado por la DPZ, consistorios aragoneses y particulares. En cuanto a la escultura del Justicia sedente es obra del gallego Francisco Vidal y Castro.

La iniciativa de levantar un monumento al Justicia Juan de Lanuza surgió en 1863 por parte de un grupo de demócratas que propuso la idea al ayuntamiento, aunque no prosperó. Sin embargo, el callejero de la ciudad ya contaba entonces con una calle de nombre Lanuza.

Y fue en 1881, cuando un concejal republicano defendió de nuevo el levantamiento de un memorial para el centenario de la muerte de Lanuza, que se celebraba en 1891. Esta vez sí que hubo unanimidad. La DPZ aprobó en 1887 el proyecto de Félix Navarrro, y en 1891 ya estaba fundida la estatua, que sin embargo esperó otros trece años en los talleres Averly hasta ser instalada.

Un detalle es que el bronce de la estatua y el escudo de Aragón fue cedido por el Estado, procedente de once cañones en desuso.

La forma arquitectónica del conjunto combina el pilar y la columna, en cuyo frente se coloca el escudo de Aragón con corona real. "Del centro de un recinto de férreas cadenas y negros mármoles, y sobre losas color sangre, surgirá, como brota el afán de libertad en el herido cautivo, un sobrio y fuerte pedestal con una columna que sostenga el ideal óptimo, el más inspirado: el orbe regido por lo justo triunfante, representado en celeste esfera ceñida por un ecuador donde entre soles brille esta doctrina Justicia, ley suprema" , reza la memoria del propio arquitecto Félix Navarro.

La esfera de esmalte azul y una columna fuerte, a cuyo pie se sienta "en silla de juez, con grave dignidad, la estatua del Justicia", completan el monumento.

"La tesis de la primera cátedra de árabe en Zaragoza atribuía, en 1887, orígenes árabes al Justicia, lo que provocó la polémica en la calle", afirmó Forcadell. Un tema éste de gran actualidad, dado el debate creado en torno a los cuatro moros que porta el escudo de Aragón, y que, por supuesto, los tiene este monumento al Justicia.