«Tengo una caja llena de cabezas cortadas y de niños desmembrados». Esta advertencia llega a la hora de recorrer el estudio que el escultor y pintor Ángel Laín comparte con otros artistas en un ático de la avenida del Conde Aranda de Zaragoza. El local es muy luminoso, pero parte de su contenido está relacionado con una cosmología primordial. Con el terror que se esconde en la negrura del espacio. «De pequeño quedé fascinado con la obra de H. R. Giger, por eso cuando surgió esta oportunidad decidí dar el paso adelante», resume el escultor. Así, desde hace poco más de un año el taller artístico también sirve para fabricar trajes de Alien, la criatura que diseñó el artista suizo, atendiendo peticiones de aficionados a la ciencia ficción.

«Disfrutamos mucho con estos encargos», evidencia. En las mesas del estudio se mezclan botes de pintura con paletas para modelar el barro. De los moldes sale el material sintético con el que se elaboran las distintas partes de los xenomorfos, uno de los organismos más perfectos de la galaxia, según bromean.

La saga de Ridley Scott es la culpable de que todo el mundo conozca la existencia del octavo pasajero, pero su inspiración originaria tiene un punto más subterráneo. De hecho, creaciones como Species son más representativas de un universo gigeriano en el que se mezclan «la imaginería humana, el maquillaje, los trajes, las escenografías rituales o la ciencia».

MANDÍBULA BABEANTE

A pesar de que el nido en el que se dan forma a estas enormes figuras negras, brillantes, que mezclan lo mecánico con lo biológico, está en pleno centro de Zaragoza, es poco probable que uno se tropiece con sus goteantes mandíbulas al cruzar la calle. «Los encargos siempre llegan desde fuera, pues allí la cultura cosplay está mucho más desarrollada», destata. La docena de trajes que han construido en el último año han viajado a destinos tan alejados como Suecia, México, Portugal o Bélgica.

Los ecos de estas creaciones se han dejado escuchar en Estado Unidos. Por ese motivo hasta un estudio de cine especializado en cintas de serie b se ha puesto en contacto con Laín para encargarle figuras para sus producciones. Esta solicitud todavía se tendrá que concretar, pero nada es descartable. Y además, gracias a la colaboración con unos especialistas en animatrónica los próximos esqueletos de alien tendrán sensores de movimiento. Eso permitirá que las garras y las mandíbulas tengan un aspecto todavía más amenazador de lo habitual. Pobre gato Jonesy.

SULACO LABS

La página Alienazion es la que permite que todos los interesados en este universo de criaturas se pongan en contacto con ellos. «Muy poca gente en Zaragoza sabe lo que estamos haciendo», destaca. El modelo elegido en las reproducciones es el de la película Alien vs. Predator, pero pueden atender otras sugerencias. Hasta la del abrazacaras.

Desde la amplia terraza del taller artístico se ven las torres mudéjares de la ciudad como el enorme Mazinger Z en el que se transformó el museo Pablo Serrano tras su ampliación, según observa Laín. Rodeado de bustos, cuadros mecánicos, el póster de la Estrella de la Muerte y moldes esqueléticos, todo tiene un punto irreal. «Los trajes regionales también tienen algo de cosplay, lo malo es que como casi no tienen personajes han evolucionado muy poco», bromea.

Cuando los plazos de entrega aprietan en el montaje de los xenomorfos también colaboran el resto de los artistas que crean en el taller, como María Mer o Chelo Pareja. Hasta Daniel y Laura, hijos de Laín, pueden echar una mano con la pintura y los brillos si es necesario. «Lo han mamado desde pequeños», precisa.

Sobre una de las mesas de trabajo, una garra negra. Tiempo atrás fue uno de los pioneros de las marionetas televisivas. Además, colaboró con decorados y atrezzos para obras de teatro de todo tipo. Ahora, sumergido de lleno en la baba fría de los alien, sigue divirtiéndose con los pinceles, las resinas y las espátulas. Y quién sabe qué más guardará en las cajas del estudio.