Atracos de bancos en los que hay rehenes, secuestros, personas que se atrincheran o tentativas de suicidio son las situaciones límites que resuelve el Equipo Territorial de Negociadores de la Jefatura Superior de Policía de Aragón. Al frente del mismo están los inspectores jefe Antonio Longarón y Vicente Erruz que han resuelto ya 50 asuntos, todos con éxito salvo uno en el que la persona acabó con su vida en el 2014. Es la espinita clavada que tienen.

A estos dos agentes les gusta pasar desapercibidos como suele pasar en todos los policías que están en el Grupo de Homicidios. De hecho, la foto que acompaña a este reportaje hubo que negociarla con el mismo esfuerzo que ellos emplean en sus actuaciones y con la palabra, la única arma que ellos emplean y que también es terreno de los periodistas. Reconocen que son policías, pero que en la mayoría de sus servicios actúan de psicólogos. Especialidad que tienen que estudiar en unos cursos que renuevan de forma anual y que son de carácter nacional puesto que este equipo es una apuesta de la Dirección General de la Policía. Ello siempre que son activados por la sala del 091 tienen que hacer un estudio de la personalidad de la persona que hay detrás de una situación crítica. La palabra «problema» la tienen prohibida.

«Escuchamos mucho y vamos viendo si esa persona está bajo los efectos de alcohol o las drogas y le preguntamos qué es lo que quiere», señala Erruz, quien añade que «se intenta escuchar». Una vez que saben cuál es el objetivo que esa persona tiene, estos agentes tratan de ver si alguien de su entorno puede ayudarles.

«Preguntamos por su entorno y depende de las situaciones hablamos de los padres, los hijos, las esposas... se analiza qué le tranquiliza de cara a ayudarles en esa situación crítica y transmitirles confianza», recalca Longarón que, a su vez, insiste en «lo importante de escuchar y analizar su comportamiento puesto que «no nos podemos permitir ningún fallo, una vida o más dependen de nosotros».

Estos agentes reconocen que cuando son activados (están disponibles las 24 horas y los 365 días del año) sienten una adrenalina que ellos mismos atemperan cuando llegan a lugar, donde reciben un informe de situación que realizan los agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana que primero han llegado y, posteriormente, de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) que realiza gestiones en profundidad sobre la persona y su entorno.

Si la palabra problema no entra dentro del vocabulario de estos policías, tampoco entra la del engaño. «Nunca mentimos, nos preocupamos por las personas que atendemos y les ofrecemos una solución», asegura Longarón. Erruz añade que muestra de ello es que muchas personas que han atendido les han llegado a parar por la calle para darles las gracias «por evitar que hicieran una locura». Eso sí no tienen la solución a todo.

Junto a las palabras, la otra arma que emplea el Equipo de Negociadores de la Policía es la de ganar tiempo. «Hemos llegado a estar 22 horas ininterrumpidas negociando. Al final, buscas que el que está bajo los efectos de algunas sustancias les baje y que esa persona se canse para que deponga su actitud», reconocen ambos inspectores jefe.

Pero no siempre les funciona. En algunas ocasiones tienen que echar mano del Grupo de Operaciones Especiales (GOES) que realizan una entrada táctica en la vivienda, el banco, el puente, la nave... o el lugar en el que esa persona está para evitar una tragedia.

Recuerdan aquella actuación en el Maxi2 en la que tuvieron que actuar los GOES o también la de un hombre sordomudo que en un caso de violencia de género se atrincheró en su casa con su bebé. Estaban negociando por whatsapp hasta que, de repente, la comunicación se cortó, el niño dejó de llorar y se oyeron muebles. En ese momento entraron los GOES y nadie resultó herido. El hombre sí fue detenido.

Entre sus logros también se puede contar con el arresto de una mujer en Chile que estaba detrás de los conocidos como secuestros virtuales.