Ustedes disculpen, pero creo que el proyecto para reconstruir La Romareda sobre su propio solar no sólo es correcto en lo urbanístico, sino que parece interesante en lo estético; es funcional, es adecuado, es ergonómico, tiene caché arquitectónico... ¿Cuál es entonces el problema, queridos? Pero todavía les digo más: había propuestas, no menos interesantes que la de Lamela, cuya teoría básica era, por ejemplo, desplazar el estadio para alejarlo de la ciudad sanitaria Miguel Servet. Esto se lograba soterrando el tráfico de la avenida Isabel La Católica, lo cual parece que se hará de todas formas para resolver definitivamente los problemas de vecindad entre el campo de fútbol y el complejo hospitalario.

Perdónenme si les pregunto: ¿cuál sería la mejor alternativa a la opción Romareda sobre Romareda ? ¿Aquellos rascacielos gemelos que debían albergar mil pisos libres? ¿El traslado del estadio a cualquiera de los cuatro puntos cardinales (al Sur, preferentemente), para movilizar en torno a él un pelotazo urbanístico y de paso descomponer un poco más el tráfico en la periferia de Zaragoza? En esta historia bastaba con rascar un poco sobre la superficie demagógica para encontrarnos otra vez con los habituales intereses inmobiliarios. Gracias a los dioses y a la presencia de CHA en el equipo que gobierna este Ayuntamiento, se ha optado por la alternativa más civilizada, más moderna y socialmente más rentable: el campo de fútbol sigue donde está, se renueva, se asocia a un nuevo diseño de su entorno y la ciudad gana en estabilidad y en valor añadido. Salvo equívocos, alucinaciones y exigencias de quienes todavía no han entendido que el 2008 va de sostenibilidad, en esto de La Romareda sólo queda una incógnita: ¿Qué va a poner Solans de su parte para equilibrar el esfuerzo de la ciudad? Tendrá casi gratis un escenario de lujo, cinco estrellas de la UEFA, ¿seguirá manteniendo un equipo barato incapaz de competir en los torneos que de verdad cuentan?