"Hemos trabajado con enfermos de SIDA, de tuberculosis, personas con minusvalías físicas y psíquicas de todo tipo". Estas son las vacaciones que han elegido Elisa Giménez y Nacho Boné, dos estudiantes universitarios de Zaragoza que han viajado miles de kilómetros para echar una mano, nada más que eso.

Hace un mes aparcaron los libros y se embarcaron en la mayor aventura de sus vidas. "La posibilidad de viajar a Calcuta nos pareció muy atractiva. Además de conocer una cultura distinta, la idea de colaborar en un centro de la Madre Teresa nos convenció", comenta Elisa, que se ha ocupado del cuidado de decenas de niños y niñas en el centro Sishu Bhavan, creado en 1951. Nacho, por su parte, ha convivido con 300 enfermos en el centro Prem Dan --Regalo de Amor--.

"Los primeros días no asimilas nada. La ciudad es un conglomerado de colores, basura, vacas, camiones, ruido... Calcuta cuenta 18 millones de habitantes durante el día, así que la humanidad se puede respirar", explica Nacho. Ambos colaboran durante el año en asociaciones zaragozanas, pero jamás podían imaginar lo que iban se iban a encontrar durante su estancia en la capital india.

La rutina del trabajo ha conseguido abrumarles y fascinarles a la vez. Ambos se debatían a diario entre la desesperación de no ver salida a la "terrible situación" del pueblo indio, y la satisfacción de recibir sonrisas llenas de dignidad y agradecimiento. "Lo peor en pensar que aquello no te está afectando todo lo que debería" apunta Elisa, estudiante de ingeniería industrial.

Lo primero que hacían al despertarse era levantar las camas de los enfermos y limpiar todo el suelo de la sala. Después, arreglar sus colchones, hacerles la cama, darles masajes y acicalarles de arriba a abajo. Seguidamente, tan sólo acompañarles, que no es poco. En los centros de la Madre Teresa se pretende ofrecer una mínima dignidad para aquellos que esperan la muerte o viven en la calle, una situación muy común en Calcuta, pues enfermedad es sinónimo de inutilidad, e inutilidad es sinónimo de mendicidad.

La vuelta

Después de un mes de intensas vivencias, Elisa y Nacho se enfrentan de nuevo a la rutina que dejaron en Zaragoza. Reencuentro con la familia, con los estudios y con la aplastante dictadura que ejerce nuestra sociedad. "La vuelta te descoloca mucho, todo te parece un poco absurdo después de tratar con gente con problemas de verdad.", explica Nacho, estudiante de Derecho.

Ambos sonríen cuando recuerdan a aquellos con los que convivieron. Nacho recuerda el masaje que le dió a un minusválido y como éste se incorporó al día siguiente y caminó unos metros. Elisa no deja de pensar en aquellos gemelos afectados de una terrible enfermedad que les postraba en una cama. Al fin y al cabo, ambos se traen muchas cosas, algunas se pueden ver en las fotos, muchas otras se quedaron en Calcuta.