Cuando la vida de una persona corre peligro ni las puertas blindadas son un impedimento para llevar a cabo el auxilio. Eso es lo que ayer pensaron cuatro agentes de la Policía Nacional ante los gritos de socorro de un zaragozano de 73 años, impedido, al que se le estaba quemando su casa. La víctima, Fernando F. S., tuvo que ser ingresado en la uci del hospital Clínico de la capital aragonesa por intoxicación de humo.

Los cuatro policías que se desplazaron hasta la vivienda, situada en el número 33 de la calle Fernando Díaz De Mendoza, fueron activados por el 112, número al que llamó Pilar López, vecina de la víctima. «Eran sobre las 12 de la noche y empezó a entrar en mi casa un olor como a plástico quemado y me alerté, fue a descubrir de dónde venía y vi que era de la casa de Francisco, se le oía gritar socorro», señala, mientras recuerda que, casualmente, el día anterior había tenido que llamar también porque este hombre que vive solo se había caído y no se podía levantar.

Cuando los agentes llegaron al lugar y observaron la gravedad de los hechos llamaron a los Bomberos. No tenían tiempo que perder y no dudaron en derribar la puerta de acceso a la casa. En ese momento salió una ingente masa de humo negro que les obligó a tirarse al suelo e ir accediendo al piso como si fueran reptiles. Constantemente, le pedían a la víctima que gritara que solo le podían localizar por el sentido de la audición. En varias ocasiones tuvieron que salir al rellano a respirar aire puro porque en el interior de la vivienda era imposible respirar.

Tras recorrer casi todas las habitaciones, los agentes llegaron al dormitorio de Fernando F. S. con quien se toparon, porque no se le veía. Estaba en el suelo, no se podía mover porque le falta una pierna. Entre todos le arrastraron y le sacaron al descansillo, donde ya fue asistido por los sanitarios de Bomberos, que le estabilizaron y trasladaron al hospital con una grave intoxicación por humo. No fue el único, ya que los cuatro policías también fueron asistidos por la inhalación de ese denso humo. Además, uno de ellos se lesionó el tobillo. Fueron sus ángeles custodios.