El festival Polifonik Sound puede presumir ya de ser un cita consolidada dentro del calendario musical de verano. Un año más espera batir récord en su segundo día con 1.800 personas, casi el aforo completo. Cifras que se quedan frías si se comparan con el ambiente festivo que ha vivido Barbastro, esta tierra de vinos que un año más se ha convertido durante dos días en el epicentro de la música 'indie'.

El festival ha saltado los límites del recinto ferial de Barbastro, donde se sitúan los dos escenarios que han acogido los principales conciertos. Allí actuaron ayer Ángel Stanich, Mi Capitán o los irlandeses Delorentos, que se hicieron esperar y tuvieron al público en vilo por el retraso de su vuelo. Finalmente, llegaron a tiempo para alivio de todos. Carlos Sadness, uno de los incondicionales de este festival y creador del cartel de esta edición, actuó también anoche.

Y allí se espera que toquen hoy los madrileños Rufus T. Firefly, que acaban de sacar su último disco Loto, continuación de la música psicodélica de la que hacen gala en 'Magnolia'. Actuarán también la Habitación Roja, La Casa Azul o Floridablanca.

Pero antes de que se vuelvan a abrir las puertas del recinto a las 18.00 horas (una hora antes que ayer), la música ha reinado fuera de los límites del festival. La terraza 'Turmeon' en el paseo del Coso, es decir en el centro del municipio, ha congregado a cientos de personas en un ambiente festivo, en el que ha sido fácil disfrutar del vermú bajo un sol radiante, reír entre amigos y, por supuesto, bailar al ritmo puesto por el DJ Julio Ródenas de Radio 3, Alex Curreya y Oddysseyy DJ.

Porque el tiempo ha sido inmejorable y ha hecho que el alma del PolifoniK Sound llegara también a otros rincones de la capital del Somontano. Así lo han vivido también desde la organización. Su director, Iván Arana, estaba pletórico. “Ayer hubo ambientazo en el recinto desde primera hora, vino mucha gente, también muchas familias con niños”. Hasta los 15 años entran gratis, ha recordado.

No obstante, comenta que el “pico gordo será hoy”, cuando se espera una mayor afluencia. De momento, la dimensión nacional del festival ha quedado registrada ya, con asistentes de Madrid, Navarra, La Rioja, Cataluña y País Vasco. “Este año ha venido también mucha gente de Zaragoza, seguramente gracias a los conciertos previos que realizamos en el Museo Pablo Serrano”, ha comentado.

Uno de esos rincones polifónicos, aunque esta vez a cubierto, ha sido la bodega El Grillo y La Luna. Allí, ante unos pocos privilegiados, ha actuado Anne B Sweet, quien ha ofrecido un concierto en acústico, en el mismo sitio donde el año pasado actúo Mikel Erentxun. Una hora de concierto que los 200 asistentes han podido maridar con vino de la bodega.

La agenda del festival no solo ha sobrepasado el recinto, sino también la esfera musical para adentrarse en otra que también despierta los cinco sentidos: la gastronomía.

Por primera vez en esta edición se ha diseñado una ruta gastronómica por 21 establecimientos. Los asistentes con un 'pasaporte' han ido marcando las tapas (con nombre de los artistas de esta edición) hasta completar el recorrido.

Y en tierra de viñedos, el vino ha formado parte también del festival. El Museo Diócesano de Barbastro ha acogido tres microcatas de tan solo veinte minutos, un tiempo suficiente para “disfrutar” de esta bebida. Esa era la intención del somelier del Consejo Regulador de Denominación de Origen (D.O.) Somontano, Manuel Blasco, encargado de su preparación. “Queremos quitarle hierro al asunto, que no tengan miedo a consumirlo, porque no hace falta hablar de vino cuando se toma una copa de vino, solo por disfrutar”, ha precisado.

Con esta programación, el festival se ha vivido de día y de noche. Por suerte, la noche más larga del año.