Pilar Pérez: «Tenemos confianza en la vacuna»

Pilar Pérez es directora del Área de centros residenciales de la Fundación DFA y afronta el futuro «con confianza en la vacuna y en la comunidad científica para hacer frente al coronavirus» tras unos meses que han sido «complicados» para estas residencias. Aunque los protocolos establecidos «han funcionado bien», el confinamiento, la separación de las familias y la adaptación a las nuevas rutinas y distancias que exige el virus no han sido fáciles. Ahora, con «epis suficientes, apoyo constante de la Administración, de Derechos Sociales y de Salud Pública, y el sacrificio de las familias», se han adaptado a la situación. Pero miran «al futuro con confianza, y convencidos de que esto va a pasar». Pérez distingue dos etapas muy claras en la convivencia con el virus. La primera, con toda la población confinada, y la segunda, desde la llegada de la «nueva normalidad» en verano, cuando la población en general podía salir al exterior, pero las residencias siguieron blindadas.

«En la primera etapa reinó la incertidumbre y el miedo, porque no sabíamos a lo que nos enfrentábamos, hasta que empezaron a llegar los protocolos, y porque veíamos que el virus se cebaba con las residencias», rememora. Después hubo que adaptarse «a las estrictas normas y protocolos, crear los grupos estancos de convivencia... En definitiva el virus desbarató la organización de los centros», explica Pérez.

Y después, cuando en verano la población en general podía salir, «se generó la ambivalencia de que si no salían teníamos la seguridad de evitar los contagios, pero también se podría vulnerar sus derecho a salir y decidir por ellos». Un camino lleno de dificultades y de necesidad de adaptación, que ha contado con la «inestimable implicación» tanto de los residentes como de las familias, que han hecho «sacrificios enormes» en este tiempo. Y es que el virus ha limitado las visitas, y el confinamiento «fue uno de los momentos más duros que se recuerda».

«Las personas más vulnerables a nivel emocional han sufrido un importante impacto, que incluso, se ha reflejado en consecuencias físicas, porque su vida ha dado un giro completo al pasar los centros de un régimen abierto a cerrado prácticamente de la noche al día», manifiesta Pérez.

Si hubiera que poner un pero a la gestión de todos estos meses, Pérez reclama «más tiempo» para poder aplicar los respectivos protocolos.

«Todos queríamos volver a las aulas»

El Colegio Público de Educación Especial Gloria Fuertes de Andorra recibe alumnos de 27 localidades de toda la provincia de Teruel y de la comarca de Bajo Aragón-Caspe. Por eso, para afrontar el nuevo curso marcado por la pandemia el equipo directivo confeccionó desde el mes de junio los planes de contingencia para la vuelta a las aulas. «Todos éramos partidarios de volver a las aulas, después de unos meses complicados en los que el alumnado tuvo que estar confinado en casa», recuerda Lola Oriol Vallés, directora del colegio. Para ella, casi fue más dura la preparación del nuevo curso que el desarrollo de los protocolos en las aulas. «Sorprendentemente, los centros hemos conseguido que las aulas se hayan convertido en burbujas de cierta seguridad», manifestó.

En un centro de Educación Especial como este, el concepto del grupo estanco de convivencia adquiere todavía mayor relevancia. «Tenemos alumnado que por sus características no tolera las mascarillas o que no comprende la distancia social, por eso el mantenimiento de los grupos burbuja es tan importante e implica, incluso, que hay tutores que hasta comen en el aula», explica.

Unos grupos de convivencia que se mantienen en el aula y en las nueve rutas escolares que llegan al centro. Además, en el colegio se han diseñado circuitos para evitar los cruces entre alumnos. Y han tenido que renunciar a uno de sus proyectos de inclusión más longevos. «Desde el año 82 compartíamos el patio del colegio con un colegio de Primaria. El virus nos ha hecho romper esta historia de inclusión, pero nos negamos a que cuando esto acabe tengamos que renunciar a lo que ya teníamos», valoró la directora.

Después de este primer trimestre y tras haber afrontado varios casos positivos de covid-19 en el centro, Oriol subraya el «aprendizaje de los chicos y chicas de las pautas que es tan admirable que emociona». «Cuando les ves guardando la distancia en la fila, cumpliendo las medidas sanitarias, y luego ves fuera que hay gente que no las quiere entender, estos chicos nos dan una lección de vida incomparable», reflexiona Oriol.

Para la directora, lo peor es que «cuando sale un caso, porque tenemos que aislar a todo el aula», pero manifestó su confianza en el futuro próximo.