Mientras en Zaragoza se hablaba de la gestión razonable del agua (ardua cuestión en este arcaico país donde los recursos naturales son considerados simple material fungible) y mientras aún pugna por irrumpir en la escena social aragonesa el imprescindible debate sobre el desarrollo sostenible del Pirineo y las demás montañas nuestras, se reunieron en la capital murciana los socios del Eje de la Prosperidad ; o sea, las comunidades gobernadas por el PP y que básicamente se sitúan en el Arco Mediterráneo, Baleares incluidas (no estuvo dinoFraga y sí la señora Aguirre, más alborozada y triunfante que nunca jamás). A propósito de este encuentro de las gentes prósperas, ha salido por ahí el murciano Valverde a quejarse porque Zapatero no les invierte lo que Aznar les invertía, cosa que no sé si es verdad o no (jamás en la vida había visto yo tanta rebatiña territorial por pillar los pedazos más ricos de los Presupuestos Generales) pero que en el caso de los levantinos tiene mucho que ver con el asunto del trasvase y de otras infraestructuras destinadas a sostener su peculiar modelo de crecimiento a lo bestia.

A lo mejor es incorrecto y descortés, mas creo imprescindible denunciar la forma en que el Levante está adquiriendo una rápida prosperidad de todo a cien por el procedimiento de destrozar el medio ambiente, envilecer el paisaje y consumir recursos naturales (empezando por el agua) de una forma absolutamente incivilizada y altamente peligrosa a medio y largo plazo. Yo no dudo de que la masiva construcción de segundas residencias y la extensión de los servicios destinados al turismo provocan hoy una relativa situación de riqueza; sin embargo están configurando una estructura económica de altísimos costes ecológicos y particularmente frágil. Trasvases aparte, esa prosperidad mediterránea es de cartón piedra. Y lo peor es que aquí, en Aragón, los hay que quieren importar la fórmula (y de hecho ya lo están haciendo). Pavoroso.