En el zaragozano distrito de El Rabal cuatro son los principales problemas que resumen sus vecinos: hay un gran déficit de plazas de aparcamiento, las frecuencias de los buses son muy amplias, no hay equipamientos municipales suficientes y las zonas verdes están abandonadas. Son solo las más repetidas porque las reivindicaciones se agolpan en el histórico de un distrito tradicional y obrero que vive con la ribera del Ebro y el polígono Cogullada como frontera.

En la margen izquierda, aglutina a alrededor del 11% de la población de la capital aragonesa y abarca los barrios del Arrabal, Jesús, La Jota, Picarral y Vadorrey, cada uno con sus circunstancias y necesidades.

Con edificios muy antiguos y sin garajes, uno de sus mayores problemas es el aparcamiento y eso que, según coinciden sus vecinos, tienen solares de sobra para poder construir más zonas de párking y descongestionar las calles.

«En el barrio Jesús tenemos demasiadas parcelas vacías que solo sirven para acumular suciedad. El ayuntamiento podría invertir un poco de dinero para adecentarlas y utilizarlas para que dejemos los coches en lugar de querer ampliar el estacionamiento regulado que solo va a perjudicar a los vecinos», explica el presidente de la Asociación de Vecinos del Barrio Jesús, Raúl Gascón.

Aparcamientos

La llegada de la zona azul y naranja ha sido acogida de una forma muy distinta según con quién se hable. Mientras Picarral, Balsas Ebro Viejo y Barrio Jesús no quieren ni oír hablar de esta «gracia» del área de Movilidad, el Arrabal la espera con ansia. «Se está utilizando la explanada de Macanaz como párking para ir a la plaza del Pilar, y eso solo nos perjudica a nosotros, a los vecinos», explica el presidente de la Asociación del Arrabal, Rafael Tejedor.

Estos barrios, con tantos años a las espaldas y que han conseguido tanto a golpe de reivindicaciones y protestas en la calle, siguen padeciendo la falta de equipamientos, como centros cívicos o casas de juventud. Además, sus centros de salud y colegios están «saturados», asegura Javier Artal, desde la entidad de El Picarral, que añade otra alternativa para dar vida a los tantos solares vacío, como crear en ellos espacios de convivencia.

Movilidad y zonas verdes

La movilidad siempre ocasiona malestar y no hay vecino que no reclame una mejora en sus frecuencias, sobre todos los de la línea 50, que llevan toda la vida pidiendo que se reduzcan los tiempos de espera. O los de la 35, que acostumbran a viajar en buses repletos y tras estar un buen rato esperando en la parada.

Y claro está, también reclaman mejoras en el pulmón verde del El Rabal, el parque Tío Jorge, que lleva años esperando que se ejecute el tan deseado y prometido plan director. Para hacerlo primero debía acometerse la mejora de la red de tuberías que discurre por el subsuelo, pero también se ha ido retrasando. «Están dejando que se muera. Hay que replantar árboles y podar otros tantos, renovar la zona de juegos infantiles y poner una nueva adoptada, y hay que sembrar para acabar con las calvas, además de actualizar el mobiliario público», resume Tejedor.

En el parque de Oriente sucede algo similar, igual que en la ribera. «Para la Expo se invirtió mucho dinero y los vecinos la recuperamos pero en los últimos años se han ido degradando por la falta de inversión», añade Gascón, que presume de que el barrio Jesús ha ido modernizándose y revitalizándose en los últimos años gracias a la nueva construcción de vivienda, lo que ha permitido que la urbanización de todo su entorno esté en buenas condiciones.

Entre las reclamaciones urbanísticas más sonadas destaca la explanada de la Estación de Norte, sobre la que siempre ha sobrevolado la posibilidad de que albergue una galería comercial, pero que se ha quedado en eso, en una ilusión, una idea y en una propuesta sin financiación. También urgen a remodelar la plaza de la Albada, uno de los puntos más cotizados por sus vecinos y que se llena de vida en las tardes primaverales, otoñales y veraniegas.

Por supuesto, todos los barrios quieren formar parte de las operaciones asfalto y calzadas venideras, aunque optan por mirar a otro lado cuando se trata de cogollos de calles estrechas y antiguas ya que, si las máquinas entraran en ellas acabarían convirtiéndose en semipeatonales.

La normativa exige que tengan unas dimensiones superiores a las actuales por lo que, debido a la estrechez de sus calles, habría que implementar la cota cero. Es lo que sucedería, por ejemplo, en la zona de la plaza San Gregorio con el puente Santiago.

Otra de las reivindicación históricas la limpieza y mantenimiento de los patios de las viviendas sindicales, una lucha cuya competencia comparte el consistorio con la DGA.