--¿Cómo se entera Sira Repollés del primer caso covid detectado en Aragón el 4 de marzo del 2020?

--Me pilla de guardia en el Clínico. Recuerdo perfectamente que este enfermo, que había pasado por varios servicios del hospital, estaba en la uci en el momento del diagnóstico. Las noticias fueron muy alarmantes y teníamos mucha preocupación por los compañeros que habían estado en contacto con él y que, en esos momentos, no teníamos un protocolo específico para localizarles. Se decidió que dos turnos completos de uci se fueran a casa, eran más de 20 personas, como prevención. El resto nos quedamos con mucha incertidumbre.

--¿Llegó a echar una mano a los compañeros que atendían covid?

--El trabajo nos cambió a todos. Se estableció un listado con los facultativos que estarían dispuestos a echar una mano en caso de necesidad y todo el mundo tuvo una respuesta buenísima, desde los residentes hasta los más mayores como yo. Tuvimos una disponibilidad absoluta, pero no me tocó estar en primer linea. Si algo tuvieron aquellos días fue el espíritu de camaradería y unión de todos.

--¿Qué imagen de aquellos días no se le va a borrar nunca?

--Una de las más emocionantes fue cuando los profesionales que estábamos trabajando salimos un día a la planta y les brindamos un aplauso a todos los compañeros que aquella mañana salían de la uci. No se lo esperaban.

--Los casos subieron. ¿Con qué ánimo atendía usted los partos?

--Recuerdo el miedo de las pacientes embarazadas. No sé sabía qué pasaría con los niños, si se transmitía la enfermedad. Las medidas de protección eran muy limitadas y no se me van a olvidar las largas conversaciones con algunas de ellas donde les decía que estuvieran tranquilas, que les íbamos a ayudar y todo iba a salir bien.

--Usted daba tranquilidad a esas pacientes, ¿pero sintió miedo en algún momento?

Creo que esto va mucho con el carácter. Había compañeros que tenían mucha inseguridad y otros, donde me incluyo, que lo vimos como un reto. La profesión sanitaria es generalmente vocacional y ante algo así hay que sobreponerse y echar el resto. Todo el mundo dio lo mejor de sí mismo.

--¿A usted le faltó material de protección en algún momento?

--Sí, sobre todo en urgencias. Entrábamos a los partos y había mucha escasez. Todo estaba tan limitado que teníamos que rentabilizarlo al máximo. Hubo una semana que iba al quirófano y a veces no teníamos mascarillas y usábamos la misma todo el día cuando en una situación normal de un paciente a otro la cambias. Se dieron circunstancias como el robo de mascarillas o el acopio de material. Fueron momentos muy duros y las personas de urgencias y de ucis tuvieron que tomar medidas extraordinarias ellas mismas para poder protegerse de forma medianamente normal.

--Esa vivencia personal le llevó a firmar el manifiesto contra la exconsejera Pilar Ventura por sus palabras sobre los epis.

--Como sanitaria quise manifestar mi descontento con esas declaraciones poco afortunadas. Había tenido una guardia de viernes a sábado muy mala porque estuvimos toda la noche interviniendo a varias mujeres con los equipos. Miré el móvil cuando ya llegué a casa y en un chat con médicos y mujeres donde hablábamos de cuestiones científicas ya se había planteado el tema de las declaraciones. Participé activamente sobre todo tras aquella guardia tan dura. Lo hice sin intención de más, nunca jamás pensé que sería yo la siguiente consejera.

--¿Le llamó el propio Lambán?

--Sí. Tenía su teléfono porque mantenemos una amistad personal. No lo esperaba en absoluto y fue una decisión muy difícil. En ningún momento me había planteado dejar mi trabajo, en medio de una pandemia, porque estaba en un momento profesional muy bueno. De hecho, al principio dije que no, pero luego lo maduré con mi familia y mis amigos. Entendí que si se había pensado en una persona de mi perfil, mi responsabilidad social me llevaba a aceptar. Siempre pienso que en esta vida te puedes arrepentir de lo que dices que no, pero nunca de lo que dices que sí.

--¿En algún momento ha pensado en tirar la toalla y volver a su puesto del Clínico?

--Sí, en muchos momentos, sobre todo al principio. Llegar aquí fue muy duro y me sentía como si llevara un trasatlántico con un obús detrás, que era el covid, y tenía que manejar esa estructura que para mí era desconocida. Me sentía abrumada por la cantidad de trabajo y fue ahí cuando dudé de si había hecho bien en aceptar el cargo. Me sentí realmente poco capaz de hacer este trabajo. Con el tiempo he conseguido estar más cómoda, he impuesto mi estilo y el equipo de la consejería me ha ayudado muchísimo.

--Ha tenido muchos momentos de bajón entonces.

--Muchos. Algunos muy malos y recuerdo los días concretos.

--¿Cuáles fueron esos días?

(Se ríe). Da igual, ya forman parte del pasado.

--¿Cómo encaja las críticas?

--No las encajo mal, aunque agradables no son para nadie. Este nivel de exposición para mí es nuevo. Si son constructivas, intento darles la vuelta. Lo que me molesta y me pone muy nerviosa es cuando algo es sesgado y se dicen cosas que no son ciertas. La capacidad de defenderme ahí, cuando una opinión ya está hecha, no es la misma.

--¿Qué tal en las Cortes?

--Me voy adaptando, pero es de las partes que menos me agradan, aunque entiendo que es necesario y es parte del puesto. Fueron un descubrimiento porque hasta entonces estaba acostumbrada a participar en foros científicos con un perfil de auditorio diferente.

--Tras meses al frente de la consejería, ¿se han equivocado en alguna de las decisiones?

--Sí, seguramente nos hemos equivocado en muchas cosas, pero es inevitable porque gestionamos algo de lo que no tenemos un manual de instrucciones. Siempre hemos intentado consensuar todas las medidas y de todo se aprende. Hemos dejado de lado prácticamente siempre las cuestiones políticas y nos hemos movido únicamente por criterios sanitarios. El Gobierno de Aragón y el presidente nos han apoyado con todas las consecuencias aunque de esto no se pudiese sacar en absoluto rédito político. Me consta que no en todas las comunidades ha sido así.

--¿En esas equivocaciones de las que habla está el puente del Pilar?

--Sí, probablemente. Nos pasó a todos. Cuando se dio la potestad de decidir a las comunidades, hubo una gran variabilidad. A lo mejor teníamos que haber ahondado más en la peculiaridad de que los aragoneses se iban a mover. Deberíamos haber sido más medidos, pero de todo se aprende.

--Las provincias seguirán cerradas para la Cincomarzada, ¿pero qué Semana Santa nos espera?

--Desde luego desechamos la expresión de salvar la Semana Santa, igual que aquello de salvar la Navidad, porque creo que son frases que no conducen a nada positivo de cara a la gestión de la pandemia. Más allá de eso, no veo la Semana Santa como unos días concretos, sino como el mes de abril. Ahora estamos mejor, pero sabemos perfectamente que si aprietas, la curva baja; y si sueltas, la curva sube. Tenemos las vacunas y eso nos da un horizonte de más posibilidad de ir en positivo. Lo que no podemos es no poner en una balanza la actividad económica, social y la salud. Siempre hay que ponderar las tres. Existe un cansancio y lo comprendo. Si los comportamientos son adecuados, permitirá que en un horizonte no muy lejano tengamos una vida más normal.

--Abre ahí la vía a que las provincias estén abiertas en Semana Santa.

--Ya dijimos que abriríamos las provincias cuando la situación epidemiológica fuera equiparable entre ellas. Si en Semana Santa se da esto y estamos en un nivel más bajo, la movilidad entre ellas se dará. Eso sí, todas las medias son reversibles. Quizás abramos antes y en Semana Santa tengamos que cerrar.

--¿Entiende las quejas de la hostelería, los comercios y otros sectores afectados?

--Por supuesto. Asumo que para muchos yo soy la responsable y eso me va en el cargo, pero es que a mí también me han afectado como ciudadana. A nadie más que a mí le gusta relacionarse. No voy a recriminarles nada, salvo que en algún momento haya insultos o un trato gravoso no tolerable.

--¿Es realista pensar que al final del verano el 70% de la población estará vacunada?

--Si se cumplen las previsiones de dosis recibidas, podrá ser así al final de verano. Somos la primera comunidad en porcentaje de dosis administradas. Todas las que llegan, salvo la reserva, se ponen porque tenemos capacidad para asumir todo el volumen con recursos materiales, humanos y espacios para vacunación masiva.

--¿Está contenta con el proceso?

--Mucho. Ha sido un logro importante por parte de muchas personas y un proceso modélico. El ministerio nos lo ha reconocido y la propia Carolina Darias me llamó para decírmelo.

--¿Usted se ha vacunado?

--No. Como sanitaria estaba en el listado, pero por supuesto cuando salió ya dije que me vacunaría con mi equipo y cuando nos toque.

--Gran parte de la gestión ha quedado al margen por el covid, pero ¿cuándo se retomarán las obras del hospital de Alcañiz?

--Muy pronto. Esta semana se han abierto más sobres de ofertas y los trámites continúan. Cuando llegué me encontré con dos grandes infraestructuras pendientes (Teruel y Alcañiz) y al poco se produjo el abandono de las obras en Alcañiz por parte de la empresa. Se han hecho las cosas a tiempo, pero el mérito no es mío.

--La falta de personal sanitario en Aragón es otro problema endémico. ¿Qué solución tiene?

--A corto plazo ninguno, pero sí a medio y largo plazo. Tenemos que reinventar fórmulas más gratificantes sobre todo para las plazas de difícil cobertura. Hay que subir las plazas de residentes, fidelizar a los profesionales en nuestra comunidad para que tengan condiciones de trabajo atractivas y evitar que se vayan. Los residentes de último año podrían tener capacitación como personal sanitario y debe haber más oferta de plazas públicas. Lo que no vamos a poner es ningún cortapisa ni escatimar en recursos. Ahora en Aragón ningún profesional de cualquier estamento sanitario está paro. Las bolsas están vacías