Vox ha sufrido esta semana una revuelta interna en Zaragoza que ha terminado por llegar a oídos del líder nacional del partido, Santiago Abascal, de manos de la veintena de militantes que la protagonizaron. La tensión estalló esta semana en una reunión en el restaurante Las Tres Carabelas de la capital aragonesa, en la que según fuentes de la formación llegó a haber una agresión física al presidente provincial, Santiago Morón. Un episodio que quedó reflejado en un vídeo que está corriendo por las redes sociales, entre simpatizantes del partido ultraderechista.

El motivo de las discrepancias internas no está muy claro, aunque según algún críptico mensaje en las redes sociales parece tener que ver con la falta de democracia interna o de expresión de la discrepancia.

Entre este grupo de díscolos se encuentra de hecho el vicepresidente provincial, Ernesto Pinilla, que ayer rechazó confirmar o desmentir a este diario que siga en el cargo. Sí afirmó que los «problemas internos», propios de todos los partidos, están en vías de solución. Las fuentes oficiales del partido aseguraron que desconocían el tema, y los dirigentes provinciales y locales no atendieron a las llamadas de este diario.

La crisis estalló en la citada reunión en las Tres Carabelas, donde la tensión fue subiendo de tono hasta que Morón fue zarandeado.

«LIBERTARIOS»

En mitad de la trifulca hubo gritos de «libertarios» y «mamarrachos», entre otros epítetos, hasta que la situación se calmó. Pero el incidente derivó en que la Comisión Ejecutiva del partido abrió un expediente disciplinario a la veintena de díscolos, sin que conste que hayan sido efectivamente expulsados o apartados de sus responsabilidades, entre los que las tenían.

Estos, en respuesta, remitieron una carta al líder nacional de la formación, Santiago Abascal, solicitándole que destituya a la actual dirección provincial de la formación ultraderechista. Tampoco hay constancia de si la dirección nacional ha llegado a tomar cartas en el asunto.

No es el primer problema interno que afronta Vox en Aragón, que en Zaragoza ya había sufrido otros abandonos de militancia por acusaciones de control de determinadas corrientes.

El caso más llamativo fue el de Jaca, cuyo candidato en las elecciones locales, José María Arrechea, se desafilió pocos días antes de la campaña, y luego intentó renunciar a la decisión una vez que Vox obtuvo representación en el municipio altoaragonés, aunque finalmente fue la actual concejala Marta Moreno la que asumió el puesto.