La compañia Teatro Íntimo presenta a partir de hoy, en el Teatro del Mercado de Zaragoza, una versión dramática de una de mis novelas favoritas: Carta de una desconocida, de Stefan Zweig. Rita Lorenzo, Roberto Millán y Francisco Ortega protagonizan una tentadora propuesta para el largo puente que hoy comienza con un nuevo ministro en el Gobierno.

El de Sanidad, Alfonso Alonso. Por lo que sabemos, él no recibió carta de la más desconocida Cospedal, sino de la muy conocida para él Soraya Sáenz de Santamaría. La vicepresidenta le ha avalado como gran gestor y negociador. A uno, sin poner en duda las altas prendas del señor Alfonso, o Alonso (Borges preguntaba con muy mala idea: "¿Ese poeta se llama Gerardo o Diego?") , le asalta una duda: ¿Qué sabrá de Sanidad el nuevo ministro de Sanidad? Al ser abogado, no mucho, pero seguro que tiene algún amigo médico y que ha estado alguna vez en un hospital. Con eso, y con la carta blanca de la vicepresidenta, terminará enterrando políticamente a la pobre (aunque con lucro compartido) Ana Mato.

También yo recibo una carta, pero no de una desconocida, sino de mi querida compañera y colega en lides periodísticas y literarias Margarita Barbáchano.

Su nueva novela El Gran Hotel del Salto ha supuesto, permítanme la redundancia, un salto en su carrera, al ser editada por un gran sello, Ediciones B. Cuyo director, Ernest Folch, acompañó a la autora en su presentación zaragozana, alabando la calidad literaria y la profundidad de sus personajes, y asegurando que la historia lo tiene todo para convertirse en un éxito de ventas.

Margarita no se dirige a sus lectores como la desconocida de Zweig, sino como una novelista curtida que conoce muy bien la época en la que transcurre su argumento, los últimos años del siglo XIX, y que ha encontrado en la aventura tropical de Violeta Saramago una línea de constante acción episódica que nos llevará desde la Galicia profunda a una Colombia independiente y rica. Con opulentos plantadores, como el pariente que recibirá a Violeta tras cruzar el Atlántico, pero también con una cruda realidad social que la novela, pese a encuadrarse genéricamente en el estilo landscape no ignora ni enmascara. Novela caudal, de sentimientos y pasiones, de fuego y agua, razón y corazón, habría gustado a Zweig y seguramente a su bella desconocida.