Los salarios siguen estando en primera línea del debate. No es un tema baladí, ni mucho menos. Los bolsillos de los aragoneses comienzan a vaciarse de nuevo por la subida del precio del carburante, el incremento del recibo de la luz, el aumento del coste de la vivienda y los alquileres y por un largo etcétera que irá a más en los próximos meses (léase el repunte del euríbor, por ejemplo). En este contexto, los presupuestos pactados entre el PSOE y Podemos contemplan un incremento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) desde los 735,90 euros actuales hasta los 900 euros, lo que ha abierto la caja de Pandora. Y eso que todavía no se sabe si verán la luz las cuentas del Estado.

El caso es que algunos expertos, instituciones y organismos alertan ya de que ese incremento salarial (apenas 150 euros) puede suponer la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo. El argumento es sencillo: si suben los sueldos, suben las cotizaciones sociales. Y ante este posible nuevo escenario, la patronal deberá debatirse entre mantener al trabajador o despedirlo al considerar que ya no es rentable para la empresa.

Los principales perjudicados por esta situación, por tanto, serán los jóvenes y los inmigrantes, que son los que menos ingresan por el trabajo realizado. Un reciente estudio elaborado por CCOO cifra en 50.200 los asalariados aragoneses a tiempo completo que cobran menos de 14.000 euros al año. De ellos, casi el 30% del total son jóvenes de 16 a 30 años y un 27,4% son extranjeros. En resumen, estos colectivos acaparan casi el 58% de las personas que cobran menos de mil euros al mes en la comunidad. Pues, entre ellos pueden encontrarse los nuevos desempleados de Aragón. Eso, según los expertos.

Lo que no se suele tener en cuenta en este tipo de análisis es qué puede suceder en el largo plazo si los salarios se mantienen tal y como están ahora. Por poner las cifras en contexto conviene señalar que Luxemburgo tiene el salario más elevado entre los países europeos (1.999 euros/mes), seguido de Irlanda (1.614), Holanda (1.594), Bélgica (1.563), Alemania y Francia (1.498) y Reino Unido (1.464). España aparece a mucha distancia. En el lado contrario figuran Croacia (466 euros), Hungría (418), República Checa (469), Lituania (400), Letonia (430), Rumania (407) y Bulgaria (261).

Más PIB, menos empleo

El Consejo Económico y Social de Aragón (CESA) presentaba esta semana su informe anual del que destacaba un dato. La comunidad solo ha recuperado el 46% del empleo que se destruyó durante la crisis, pese a que en el 2017 el Producto Interior Bruto (PIB) aragonés alcanzó los 36.054 millones, es decir, por encima de los 35.615 millones del 2008. Además, quien trabaja lo hace por menos dinero que entonces.

El informe del CESA también repara en otros datos que quizá pasaron desapercibidos entre tanto marasmo de números. Uno que llama la atención es que Aragón ha perdido 31.300 activos (disponibles para incorporarse al mercado laboral) en solo cinco años, es decir, desde el 2013, año en el que comenzó la recuperación económica. De ellos, 17.500 fueron extranjeros. Por tanto, la reducción del paro en la comunidad, aunque positiva, debe matizarse y obliga a reflexionar sobre qué es lo que lleva a Aragón a perder mano de obra en disposición de trabajar. ¿Los salarios quizá? Puede ser una razón.

Mientras todo esto sucede, las empresas han detectado en los últimos años que escasea la mano de obra cualificada y que se necesitan perfiles técnicos en muchas pymes de todo tipo de sectores. Hay vacantes, pero no candidatos que reúnan los requisitos que buscan las empresas. Y eso, también frena las inversiones en la comunidad.

La temporalidad, los salarios bajos y el abuso de la figura de los falsos autónomos quizá no sean elementos que seduzcan mucho a la hora de atraer capital humano. Y sí, la subida del Salario Mínimo Interprofesional en España puede generar alguna distorsión, sobre todo en pymes y micropymes, pero quizá se pueda alcanzar un equilibrio para que Aragón sepa ajustar sus costes laborales hasta unos niveles aceptables y, al mismo tiempo, hacer que sea una tierra en la que resulta agradable trabajar. Eso o seguir perdiendo población activa. Eso o ver cómo el coste de la vida deja nuevos aragoneses al borde del umbral de la pobreza.