En el día de la reapertura de los bares, de los gimnasios y del regreso de Aragón al nivel 3 de alerta, el contrapunto a esa nota positiva en las restricciones está en el personal sanitario. Comprensivos con la situación económica y conscientes de que los negocios tienen que abrir para sobrevivir, varios profesionales consultados por EL PERIÓDICO piden «no bajar la guardia» porque perciben «cierta relajación» social tras mejorar la situación sanitaria y ver la disposición de la vacuna «a la vuelta de la esquina».

Todos ellos son tajantes a la hora de exigir «responsabilidad individual» y advierten: «Esto no ha terminado. El virus sigue ahí y nos jugamos mucho estas Navidades». De hecho, se muestran «muy preocupados» por la llegada de otra posible ola en enero y que pondría en jaque al sistema.

«El equilibrio es imposible. Obviamente era necesario abrir los negocios porque así dijo Sanidad que haría cuando mejorara la situación, pero desde el punto de vista sanitario existe la creencia de que esto se complicará después de Reyes. Las repercusiones pueden ser muy graves y los sujetos principales de esta pandemia somos nosotros», explicaba Miguel Ángel García, vocal del Colegio Oficial de Enfermería de Zaragoza.

«Falsa seguridad»

«Falsa seguridad»«Comprendo que hay muchos frentes, pero con una actitud irresponsable también nos jugamos mucho a nivel económico porque los negocios volverán a cerrar», añadió García.

La proximidad de la llegada de la vacuna o la venta de test de anticuerpos en las farmacias también lleva a una «falsa seguridad» en el ciudadano que puede ser letal al creer que no está contagiado, reunirse con su familia y provocar «algún final indeseado».

Ahí entra la conciencia social que, según indicó Antonio Aisa, médico de familia en el centro de salud Las Fuentes Norte, en Zaragoza, es «un problema» en una situación como la de ahora. «No es cuestión de hacer o no hacer. Todo el mundo a estas alturas, con todo lo que ha pasado, debe saber lo que es la responsabilidad. La cuestión es que se prohíben o permiten ciertas cosas sin educar o sin controlar el cumplimiento», reflexionó.

La previsión, si los encuentros sociales y las reuniones navideñas no se cumplen de manera estricta, es «malísima», confesó Cristina Alonso, medica de Atención Primaria en San Pablo. «La presión sigue en los hospitales y en los centros de salud. Ahora viene la campaña de vacunación en medio de una pandemia que no ha terminado. Claro que tenemos miedo a que esa ola que se decía que llegaría a finales de enero, incluso lo haga a principios», apuntó.

Prudencia, distancia social, mascarillas y lavado de manos recalcó Leandro Catalán, portavoz del sindicato Fasamet. “Aunque veamos alguna luz al final del túnel, no se pueden echar las campanas al vuelo. No hay relajación posible, hay que insistir en evitar lo que se ha pedido por activa y por pasiva”, dijo Catalán, quien considera que la sociedad “tiene más conciencia que en junio, cuando luego pasó lo que pasó tras el verano”.

A todo ello se suma la “sobrecarga” de los sanitarios, que están “agotados física y mentalmente”, precisó Evangelino Navarro, portavoz de Sanidad en Csif Aragón. “No hay profesionales para contratar y los que hay no dejan de doblar turnos. Si esto se desmadra, los hospitales se van a bloquear”, aseguró, al tiempo que indicó que “el punto de partida” de Aragón respecto a la anterior ola es superior en los hospitales. “Tenemos 60 pacientes en uci y en verano eran unos 40. Con esta salida, no nos podemos permitir lujos”, ratificó Navarro.