La llegada del AVE iba a ser un revulsivo para Zaragoza. Potenciaría la implantación de empresas, la expansión de los servicios y el desarrollo de la alternativa logística; mejoraría en mucho la oferta de la ciudad como destino turístico y abriría las puertas de Aragón. Entre la alta velocidad, el aeropuerto y el 2008 esto iba a ser la mundial: grandes proyectos de expansión urbanística, edificios emblemáticos, modernité a tutiplén, el metro, la milla... ¿Se acuerdan?

Pero el caso es que pasa el tiempo y aunque el tren va a Madrid más ligero (y mucho más caro), henos aquí con que la línea del AVE no cumple su función primigenia, la estación del AVE (Intermodal) sigue sin estar acabada (¡menudo viruji que corre estos días por sus hangares!) y el barrio del AVE se ha convertido en una especie de arma arrojadiza que el Ayuntamiento tira a la DGA y viceversa, que ya lo dijo ayer el teniente de alcalde Gaspar: o nos pagáis el metro, o las licencias para hacer el lujoso y ultramoderno barrio de la estación os las aprobará Rita la cantaora. ¿Y la milla digital?, ¿qué va a ser de la milla, que era y es una de las cosas más interesantes previstas para el imprevisible futuro de la capital de Aragón... prorrompompón?

Yo no sé si con esto del AVE la botella está medio llena o medio vacía. Es verdad que ha aumentado el uso del ferrocarril (Madrid nos devora), pero han descendido las pernoctaciones en los hoteles de Zaragoza. Lo que desde luego no se ve por ninguna parte es ese impulso mágico que iba a darnos la alta velocidad. La ciudad sigue manteniendo su movimiento inercial camino de un 2008 lleno de incógnitas. Y en ese trayecto comprobamos, una vez más, que una cosa son las realidades virtuales y otras las realidades reales.

Anuncios en los mupis , agua mineral en los grifos, la fibra óptica por montera, rascacielos, maquetas, ríos recuperados, metro y trenes de cercanías, el Espacio Goya , miles de viviendas accesibles... ¿Se acuerdan?