La pandemia del coronavirus ha arrojado a miles de aragoneses a un expediente de regulación temporal de empleo, muchas empresas han bajado la persiana y una gran parte de trabajadores ha ido al paro. La crisis sanitaria ha dejado una estela de infortunios económicos en demasiados ciudadanos y familias enteras.

Una realidad que se refleja en las filas que se forman frente a la parroquia de San Pedro Arbués en Zaragoza, una de las entidades beneficiarias receptoras de alimentos del Banco de Alimentos. Hasta allí acuden numerosas personas para recoger cada viernes una bolsa de alimentos, adaptada según sus necesidades. «Ayudamos a unas 180 personas, y son entorno a 60 familias», explica el párroco, Jorge Castro.

Una destacada cifra a la que se suman las 30 raciones que reparten en su comedor familiar, otra modalidad de solidaridad cerca de la parroquia que abrió sus puertas en octubre de la mano de la Fundación Sesé. «Antes de la pandemia, lo que hacíamos era comer en el comedor, y lo preparábamos con mucha dignidad, de hecho, los voluntarios decían ‘si yo en mi casa no como con tela’», comenta. «Les tratamos con lo mejor que tenemos y la comida está exquisita», añade.

El objetivo de esta labor altruista, con iniciativas homólogas por toda la comunidad, es atender la necesidad y la escasez de las personas, pero también, en un momento de desilusión, «no dejarles caer», según palabras de Casro. Razón por la que, cuando los individuos se dirigen al centro, tratan de hablar con ellos y conocerles. «Tenemos una entrevista personal y un acompañamiento», detalla. Suelen recibirles los miércoles para conocer su situación y derivarles al comedor y/o al reparto de alimentos, según necesiten o prefieran. «Solemos ayudar a los que no tienen nada», manifiesta, porque muchos no cuentan con ingresos y ni siquiera con ayudas. «Nos centramos en los que menos tienen», aclara.

Normalmente son personas solas a las que les dirigen al comedor familiar. Algunas acaban de llegar al país, otras no tienen recursos. Sin embargo, la situación ha provocado una creciente demanda de ayuda, por lo que para muchas otras se trata de su primera petición, y entre ellas numerosas familias. «Por ejemplo, el pasado miércoles se apuntaron 10 familias más», subraya el sacerdote. Los que van al comedor, se disponen en una fila en la entrada todas las mañanas, para recibir un menú completo, elaborado por un catering. Una entrega que se hace con rapidez y se da por raciones individuales, cuyo número depende de si se encuentran solas o tienen personas a su cargo. El comedor familiar está financiado por Sesé, y la parroquia se encarga de disponer del local y tener voluntarios. Antes de la pandemia, colaboraban cinco voluntarios al día, de lunes a viernes, es decir, más de 25. Ahora las restricciones marcan que dos o tres hagan el reparto para que coman el menú en casa.

Una de las voluntarias, María Luisa Salvador, afirma que su experiencia es muy buena, «llevo en el comedor desde que se abrió, y también estoy en el Banco de Alimentos», comenta, «porque el tiempo hay que llenarlo de vida, hacer algo que de vida» insiste. Con una sonrisa de oreja a oreja, comenta que en el voluntariado se crean vínculos, tanto con la gente, como con los compañeros, «y me siento muy bien, estoy muy agradecida», dice. Procuran que sea un comedor familiar, no solo social, «en el que te sientas acompañado», apunta.

Por otro lado, se sigue ampliando la red de iniciativas para llegar a puntos donde se detecta mayor necesidad, como el barrio Oliver, «estamos viendo con la parroquia y el Banco de Alimentos la forma de estructurar el aumento de ayuda allí», comenta Pablo Ferrán, coordinador de proyectos.

Una campaña para los 1.200

‘¡Súmate y colabora!’ es la campaña que lanza la Fundación Sesé con el objetivo de conseguir 1200 menús mensuales frente a los 600 que se están entregando desde octubre del pasado año en el Comedor Familiar Delicias. Según Pablo Ferrán, se está a punto de cumplir la meta y quieren seguir lanzando la campaña para aumentar también la cuantía de julio, agosto «y los meses que se puedan conforme aumente la demanda». Además, el próximo lunes el comedor contará con 10 menús más, pasando de 30 a 40 raciones diarias.

El Banco de Alimentos acoge nuevas entidades y recupera otras

El Banco de Alimentos de Zaragoza cuenta entre sus filas con alrededor de dos centenares de entidades que se encargan de hacer llegar los alimentos a las personas más vulnerables. Durante la pandemia de covid-19, la demanda de beneficiarios se ha disparado por la crisis económica, y también ha crecido el número de centros. La fundación ha reactivado nueve que se habían dado de baja y se han dado de alta ocho nuevos. Además, se solicitan en mayor medida segundos platos, conservas y platos precocinados.