Es la primera vez que el Partido Socialista gobierna en Albarracín desde la llegada de la democracia. Hasta la incorporación de Míchel Villalta Martínez y su equipo, la localidad había sido un feudo del PAR. El actual regidor es además director provincial del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS). En los últimos 20 años, el municipio, que es la cabeza de la Comunidad de Albarracín, una comarca con unos 5.000 habitantes, ha venido siendo gobernado por el Partido Aragonés.

«Nosotros no habíamos gobernado nunca en la historia de la democracia en Albarracín», reconoce Villalta, que habla en calidad de alcalde en esta entrevista, dado que, indica, no tiene permitido hacerlo en calidad de cargo dentro del Gobierno de Aragón.

El anterior alcalde, Paco Martín, que estuvo cinco legislaturas, «hizo muchísimo» por la localidad, que ostenta el título de uno de los pueblos más bonitos de España.

¿Cómo está ahora mismo la situación en Albarracín y la comunidad de la que es capital? Las noticias indican que ha habido un crecimiento exponencial de los casos positivos.

--Ayer, por ejemplo, en la zona de salud de Albarracín, salieron siete casos y un día antes, el jueves, hubo 53, el 80% en de ellos en un solo centro de servicios sociales, el de la localidad de Terriente. Pero hay que tener en cuenta que trata de un caso muy puntual. Es una zona que comprende la mayoría de los pueblos de la comarca, con 25 localidades, y también tenemos servicios especializados de tipo residencial y no residencial, dos residencias de mayores, un hogar, un centro de tiempo libre...

¿Todos los residentes en ese servicio dieron positivo? Eso revela una rápida transmisión.

La prueba covid positiva la dieron todos los residentes, pero la gran mayoría son asintomáticos. Está bajo control, tanto Salud Pública como Ciudadanía y Servicios Sociales están pendientes y optimizando los planes de contingencia. Pero llama la atención la positividad. Son datos escandalosos a priori en una comarca de las menos pobladas de Aragón, pero repito que el 80% de ellos están muy concentrados y el resto de casos se reparten por la comarca.

¿Qué considera que hay que hacer ante esta situación con el fin de ponerle fin o limitarla en la medida de lo posible?

Hay que tomar medidas para que no se favorezcan los riesgos inherentes a la transmisión comunitaria, que suele ser a través de encuentros familiares o de tipo lúdico y de ocio, en los que nos relajamos en cuanto a las medidas de preocupación.

¿Está concienciada la población de la comarca respecto de las normas de seguridad y la necesidad de mantenerlas en todo momento?

Los vecinos se están concienciando, pero aun así hay un sector, sobre todo la gente joven que ya está un poco hastiada. Hemos visto que en la vida social nocturna los jóvenes se relajaban mucho y en alguna ocasión ha habido que llamar a los cuerpos y fuerzas de seguridad debido a las aglomeraciones que se producían e incluso se consumía en la vía pública. Había fiestas alternativas, como en todos los municipios, pero la gente se ha dado cuenta de que estamos en una segunda ola de la pandemia y que es muy seria, por lo que es posible que ahora esto se tome con más responsabilidad por su parte.

¿Se sabe el origen del brote? En una comarca tan turística, con continuas idas y venidas de visitantes tenía que haber, lógicamente, un elevado riesgo de contagio procedente del exterior.

Es difícil determinarlo. De nueve casos pasamos a 53 y luego se ha vuelto a normalizar y ha bajado a siete. No se puede establecer una tendencia en un plazo tan corto. El problema es que tenemos muchas visitas todavía. Para los Pilares, la población se duplicó o triplicó y los aforos de los establecimientos estaban al cien por cien. Intentar que no hubiera aglomeraciones y que se mantuvieran las precauciones resultó más complicado. Lo cierto es que la Guardia Civil se tuvo que emplear a fondo esas fechas. Aún ahora, en Albarracín, se ve cierta efervescencia, con coches en los aparcamientos y visitantes por las calles.

¿Y cuál es la situación de Albarracín, de lo que es la capital de la sierra, sin tener en cuenta la comarca?

Ha habido pocos casos y algunos corresponden a personas que trabajan aquí pero residen en Teruel. De ahí que sea difícil establecer una relación de causalidad.

Albarracín es una población volcada en el turismo debido a su fama como uno de los pueblos mejor conservados de España. Las nuevas restricciones pueden perjudicar gravemente a su economía.

En verano hay una capacidad de alojamiento de 1.300 a 1.400 personas, más 35 o 40 establecimientos de restauración, con una capacidad similar. Hay fines de semana de doble turno, lo que indica que somos deficitarios. Claro, eso es un factor de riesgo que no se puede controlar. Esta temporada se han salvado los muebles de forma muy digna, pues no se ha notado la pandemia en el sentido de que no ha habido muchos casos positivos. Y gracias a eso la gente ha venido, unido además al auge del turismo interior esta temporada.

En la comarca hay industrias, al margen de las de tipo turístico, que están teniendo que cerrar debido al confinamiento. Eso es grave en una zona con problemas para retener población. Como el resto de Teruel, es parte de la España vacía.

Claro que se han visto perjudicadas, lógicamente, como por ejemplo las empresas agroalimentarias, que están ligadas a la restauración y la hostelería, que al perder actividad han acabado afectando a sus suministradores.

Y ahora mismo, ¿qué escenario se maneja? ¿Qué se puede hacer cuando las cifras de contagios parece que se desbocan?

De momento, estamos un poco a la expectativa, a ver qué ocurre. Vamos a reforzar las medidas de precaución y vamos a intentar que los habitantes utilicen su buen juicio y sigan colaborando. Además, desde el ayuntamiento apelamos a la responsabilidad de todos para superar la pandemia. La verdad es que nadie se esperaba que la segunda ola fuera tan brutal, nadie se lo imaginaba. No tenemos que volver a cometer errores para poder controlar la situación.