El Ayuntamiento de Cosuenda acaba de acometer la segunda fase de restauración del torreón de la Lisalta, que está catalogado como bien de interés cultural (BIC). El proyecto, dotado de un presupuesto global de 150.000 euros, ha sido realizado por un equipo técnico de la Diputación Provincial de Zaragoza, que ya llevó a cabo una rehabilitación inicial por un importe de 74.000 euros.

La iniciativa está incluida dentro del Plan de Restauración de Bienes Inmuebles de la DPZ y en la fase ahora iniciada cuenta con un montante de 48.500 euros del Plan Unificado de Subvenciones de la corporación provincial. La cantidad restante, que se financiará con fondos de la DPZ y del programa Leader, hasta la suma total del proyecto, se destinará a la recuperación del interior del monumento.

«Con esta actuación vamos a intentar que este año el torreón quede totalmente restaurado», explica Óscar Lorente, alcalde de la localidad. El torreón de la Lisalta, un vestigio que data del siglo XV, fue recuperado por el municipio mediante un expediente de expropiación a su segundo propietario particular, tras no prosperar un procedimiento de tanteo y retracto que fue desautorizado por la Diputación General de Aragón (DGA).

Para llevar a cabo la expropiación, el consistorio hizo valer el interés social y cultural del torreón. Se trata de un símbolo de la localidad, situado en un punto elevado, lo que lo convierte en un excelente mirador de la sierra de Algairén y de las tierras de viñedos y frutales del Campo de Cariñena y Valdejalón.

«Está a un altitud tal que en los días claros se divisan los barrios del sur de Zaragoza», señala Lorente, que califica el torreón de «auténtica insignia de Cosuenda», hasta el punto de que «figura en el escudo de la localidad». «Tiene un gran valor sentimental para los vecinos, pues todos hemos jugado allí de niños y nos trae recuerdos de nuestra infancia», apunta el regidor.

El torreón fue propiedad de la iglesia hasta 1968, año en que fue vendido a un particular a cambio de instalar unas luces de alumbrado en la parroquia. Esa situación se prolongó 20 años, hasta su recuperación por parte del ayuntamiento. En esas dos décadas, sin embargo, el monumento no recibió inversiones y se fue degradando hasta el punto de que llegó a convertirse en «un montón de escombros».

Tras las obras de la primera fase, centradas en la consolidación de la estructura, la torre empezó a salir de prolongado abandono. Y ahora los trabajos van a rehabilitar las zonas en las que no se ha actuado todavía, como la segunda planta. Además, se colocará una cubierta y se intervendrá en el interior.

«Con estas actuaciones, en dos años, el torreón de la Lisalta quedará totalmente terminado», señala Lorente, que siente la satisfacción de estar a punto de completar una obra que se ha demorado demasiado tiempo. En fases posteriores el ayuntamiento tratará de restaurar las tapias, así como una torre del homenaje existente en la zona. Asimismo existen planes para realizar excavaciones que desentierren un antiguo edificio, mezcla de iglesia y fortificación, en la parte alta del pueblo. Para ello se han iniciado ya contactos con el Departamento de Arqueología de la Universidad de Zaragoza.